martes, 9 de noviembre de 2010

El artículo de Rayco



Hace un par de posts, Rayco Márquez (www.raycomarquez.com) me escribió el siguiente comentario:

"Estaría de puta madre que hables un poco, si no te es un coñazo, de cómo haces para emancipar los cuadros de la fotografía. A mi como pintor me cuesta muchísimo, y justo ahora que vienen tiempos en los que todo el mundo se replantea lo que está haciendo... y que cada día hay más peña que usa la foto pero como algo puramente orientativo, y joder... la pintura que me mola es la pintura pintura, la de tomar decisiones, la de romper para construir..." 

Trataré de responder reconstruyendo mi corta trayectoria pictórica, que últimamente está algo revuelta. No sé si esto ayudará a la práctica de alguien, pero al menos me sirve de recapitulación personal.

Cuando comencé a pintar, el método que utilizaba para generar ideas era el de la libretita. Dicha libretita, que está ahora guardada hasta nuevo aviso, recogía con esmero citas de libros, referencias a obras de arte, imágenes de los medios, pensamientos intempestivos, y hasta números de teléfono y recetas de cocina. De ese revoltillo nacían composiciones que se formalizaban primero como dibujos en el mismo cuaderno, nada "artísticos" sino muy orientativos, después venía una sesión fotográfica a la que le metía a veces algo de Photoshop, y el producto final se proyectaba en un lienzo que trabajaba como un chino, mes y medio o dos meses para un cuadro grandote. Hablando mal y pronto se trataba de obras realizadas en su mayoría con la fórmula del "ponte aquí, ponte allí", tan querida en aquellos tiempos lejanos de la Escuela de La Laguna. Esa formula consiste sintéticamente en coger a tres fulanos y ponerlos como figurantes de una escena banal que hace referencia a otra escena o tema menos banal, qué sé yo, las pateras, la fugacidad del tiempo y la muerte, la sociedad del espectáculo o los árboles no me dejan ver el bosque, pero hecho en casa y con los colegas. 

"El ponte aquí, ponte allí" está muy bien para desempolvar los pinceles porque es una buena forma de destrabarse y sirve para declarar de "interés público" la cotidianeidad de cada cual, aportándole de paso cierto halo intelectual y autorizador a las imágenes, aunque si he de ser sincero, cuando veo plasmada la Teoría de la Acción Comunicativa en un lienzo no me dan más ganas de leer a Habermas, menos aún si el cuadro es bueno. Ese hecho, que probablemente tenga que ver con que la pintura es hoy una disciplina hipercodificada, en donde todo lo que se represente por fuerza cobra significado, se quiera o no, se sea consciente o no, hacía que el resultado escapase de la intención inicial, y eso me molestaba. Manías del control, supongo, aquello del dominio que tanto criticaba el colega Teddy. En cualquier caso, carezco de habilidad ilustrativa o talento para acotar y restringir las derivas de la interpretación con algo de gracia o quizás esté simplemente hasta los cojones de hacerlo.

Este cuadro, bien pensadito e hilado, producto del "ponte aquí, ponte allí" más canónico trabajado en libreta,

         

aunque se parece mucho a este otro,



fue muy diferente a nivel procesual/conceptual. Antes de pintar esta última obra no tenía ni la más remota idea de lo que iba a suceder. Saqué a tres colegas al parque apenas sin pensar en nada y los puse a hacer monerías. Después, con el título, le endosé al resultado no se qué asunto de perder el tiempo. Así que, aunque apenas sean distinguibles por sus formas finales, pasamos de la fórmula creativa del "ponte aquí, ponte allí" al "convocar la metáfora" (también llamada "obra abierta") que genera una situación en la que parece que pasa algo más pero que no se sabe lo que es. La imposición de referencias externas a priori es aquí menor, aunque en la práctica sea la misma, al fin y al cabo, sesión de fotos y figurantes. 

Con estas dos formulitas alternadas estuve trabajando bastantes años aunque siempre me sentí más cómodo con la de la "obra abierta" porque, no sé que me ocurre y eso es algo que me sigue mosqueando, siempre se me cuelan en los cuadros más cosas de las que quiero. Lo que parecía claro es que poco a poco me costaba más llenar las hojas de la libreta. Me bastaba con un esbozo muy grosso modo o, en los trabajos del último año y medio, una simple anotación escrita, para no olvidarme de lo que quería hacer. 

El siguiente punto de inflexión sucedió hace no mucho con uno de los peores cuadros que he pintado en mi vida:


"Greenscreen", tan sumamente grosero y que tanto me gusta, dejó patente la inadecuación entre lo proyectual y lo procesual. Greenscreen (también hay bluescreen) es ese fondo que se usa en las pelis para construir el escenario después con infografía en post producción, mi escena representa a un mogollón de personas metidas en un pleito... o sea, que el pleito es ficción, el pleito es pintura, toma obviedad; ahí está el truquillo, una chorradilla conceptualera impostada que escondía el gusto que me estaba pegando poniendo colores chillones aquí y acullá, de paso partiéndome el culo con la camiseta del pureta del primer plano a la derecha, ya se sabe de qué va la movida, Rayco. Ese día, en el trajín del mezclaypinta con una obra de una banalidad asombrosa me di cuenta de que pintaba sin ningún respeto, o sea, que no atendía lo que pintaba como imagen referenciada (sic), no pensaba en absoluto metáforas o ideas prehechas, sino que simplemente le daba cariñito a las manchas de color, bête comme un peintre. Justo después de "Greenscreen" pinté "Disciplina"



Me propuse hacer lo que siempre hacía con los cuadros pero sin referentes, aplicar la disciplina del callo de pintar, en mi caso, el callo de pintor figurativo; Boceto (tiré unas lineas de dibujo al carboncillo, exactamente igual que siempre hago, con los mismos gestos), le di una primera mano de grisalla respetando dichas líneas, una segunda de contraste, y después trabajé los elementos que iban apareciendo exactamente de la misma manera que siempre he pintado, sin tratar de inventar nada. 

Contrariamente a su apariencia marciana, este cuadro es un ejercicio de contención. Todos los elementos fueron poco a poco tratados, y "aparecían" sin que yo me los inventase. Solo los ayudé a salir. Cuando me di cuenta de la retórica estética que estaba empleando en la cabeza mientras trabajaba  (¿"aparecen" los motivos? ¿ayudar a parir la creación?) me liberé (¿¡LIBERARSE!?), o diciéndolo más académicamente, me propuse concentrarme solo en lo que el propio proceso de pintar me dictase. Tampoco es ningún gran descubrimiento. Es más o menos el paso de Kandinsky hacia la abstracción, un tipo que nunca me interesó nada porque siempre fui más de Malevitch, pero bueno, esa es la cuestión: lo que yo piense o quiera de mi trabajo es hasta determinado punto irrelevante en estos momentos. Así que, como dijo Fidel hace unos años. "Se avecinan cambios. Estaré atento"


9 comentarios:

Anónimo dijo...

http://www.elpais.com/articulo/arte/ideas/estropean/pintura/elpepuculbab/20080405elpbabart_1/Tes

Anónimo dijo...

Perdón, creo que no funciona bien el enlace que publiqué. Hay una entrevista en El Pais hace años a Ángel González García titulada "Las ideas estropean la pintura" (búscala en Google) muy pertinente al caso que nos ocupa y cuya opinión suscribo a día de hoy.
Saludos

José Otero dijo...

Gracias, creo que la había leído en su momento, pero le acabo de echar un vistazo de nuevo. Pintar sin ideas es imposible, lo cual no quiere decir que haya que ser muy culto para ser artista. Los cuadros son ideas-forma y los procesos creativos están llenos de decisiones fruto de la reflexión, una reflexión que quizás no tenga nada que ver con el modelo de pensamiento teorético especulativo filosófico pero que es insoslayable. ¿Hacer poesía es pensar, trabajar con ideas? Cuando ponen a pintar a un mono le suele salir un Pollock, que fue probablemente el pintor con menos idea de la historia, hasta que se aburre o le dan el plátano de recompensa. Cualquiera que haya acabado tres obras sabe que pensar lo que se hace, sobre todo en el momento de pintar, es totalmente inevitable, y a mí me resulta enriquecedor leer o escuchar algunos artistas, porque una imagen vale aun más con mil palabras, de hecho así es como se aprende de pintura, por un lado pintando mucho y por otro no dejando de interrogar a ese elemento visual irreductible. Dejar que el puro hecho visual o experiencia estética quede en su propio silencio esencial me apena, aun cuando es probable que ese silencio sea su lugar natural. Lo que si es muy cierto es que a veces, sobre todo en contextos académicos o “excesivamente curriculares (fidelidad al estilo, o la marca como le dicen ahora) se le impone a las obras una suerte de corsé teórico que acartona los cuadros, pero bueno, qué carajo, dónde dejaríamos a tipos como Magritte si no, o ya desde el punto de vista personal, considero que algunos de mis cuadros más logrados han sido hijos de dichas imposturas, cuadros que hoy en día sería imposible que los volviese a pintar, productos del esfuerzo un poco absurdo por acoplar lo proyectual a lo procesual. En fin, lo que quería decir más bien es que la entrevista me parece cojonuda, lo que pasa es que coincido demasiado con él y por la que me toca no debería

Anónimo dijo...

jejeje, te entiendo, esas coincidencias le hacen a uno sentir que está a la intemperie...
Eso de que las imágenes con mil palabras mejor....pues no sé yo ¿eh? A veces esas mil palabras invocan otra imagen distinta a la que intentan apelar. Porque el lenguaje visual es un lenguaje irreductible al verbal y viceversa. Las palabras son otra cosa. A veces acertadas otras no tanto, no hacen a un cuadro mejor si no existe previamente un pensamiento visual detrás que lo sustente.
Salud!

Rayco Márquez dijo...

Hola Jose, perdona por tardar tantísimo tiempo en responder al post que te pedí! Me encantó... sobre todo el principio.... que con esa foto de ese tío tan bueno ya te invita a leerlo! ;)

Pues mira, yo sigo chocao. Mi método sigue siendo el de la libretita. La moleskine guay con toda la mierda escrita. No sé si te llegó a pasar cuando la usabas que había veces que leía cosas y me preguntaba cómo se me había ocurrido a mí apuntar eso. A lo que iba, yo apunto todo lo que puede ser interesante, o lo que puede llegar a convertirse en idea. Desde luego citas, titulares de noticias, y al igual que tú ningún dibujo artístico... por lo que tengo que soportar que cada vez que un colega ajeno al mundo del arte, de esos que te comenté en el otro post, me pilla la libreta me dice... "chikita mierda... ¿y así dibujas tú?... eso lo se hacer yo también". En fin. A mí me pasa que siempre pinto para algo. Hace años que no hago obra como estás haciendo ahora, es decir, dejando que la obra vaya saliendo y ver a dónde llega, y a eso me refería con aquello que a Moneiba le preocupaba tanto de lo de "pintura de verdad". Siempre estoy como cerrando un proyecto. Ahora para Mácula hago esto. Ahora para la Fleming esto otro. Ahora para el sótano me saco una instalación y para no sé que lo otro. Pero siempre rescato una idea de la libreta, la gestiono y la reconvierto en algo, casi siempre fotos que acaban pintadas.

Igualito que todos me pongo mi trípode, llamo a mis colegas y me resuelven la papeleta. Con mis colegas de estos que te hablo tengo que tener más paciencia, porque también que entiendan que las imágenes están "medidas" y que responden fielmente a el "dibujo chungo que hice" les cuesta. Joder Rayco... tan importante es que la camisa no sea azul o que tenga los brazos así y no de esta otra manera?

Y por otro lado está mi relación vampírica con la red del tipo "me chuleo todas las fotos que me interesan" y si me apetece las pinto, las monto, con 5 imágenes genero 1, o las monto en plan instalación... pero hago con ellas lo que quiera saltándome a la torera todo tipo de restricciones de copiright. Salen de películas, series de TV, flickrs ajenos, facebooks o lo que sea.

El caso es que tengo esas 2 formas de generar imágenes, y ambas responden a "la libretita", que las uso indistintamente. Yo aún no me he saltado esos pasos, como has hecho tú. Quería hacer un ejercicio para emanciparme de la fotografía pero no me atrevo a dar el paso, porque me aterra que quede una castaña, pero básicamente es generar una imagen mental todo lo detallada posible de lo que quiero hacer, y pintarla sin usar otra referencia que esa, es decir, emancipado de la fotografía en papel. Así supongo que no se me colará nada en el cuadro... ningún elemento ambiental que lo ensucie, pero yo sí que tengo miedo a que me salga un "Greenscreen". Hay que ser tremendamente valiente para pintarlo, o más que eso para dar el paso y asumir que lo que te va a salir no va a ser ni siquiera parecido a lo que es parte de uno mismo. Y ya no hablemos de colgarlo en la red, para que todos lo vean, critiquen y opinen. Mira, el día que me enteré de que eras finalista de cajacanarias pensé que ya era absurdo pensar en el premio, que era tuyo fijo, y cuando entré a la sala y vi los cuadros flipé... solo verlos y ya dije... "ni de coña gana". De hecho fue justo al par de días cuando hice (lo confieso) aquél comentario anónimo en el que te preguntaba por el "pichi pichi".

Rayco Márquez dijo...

Yo el tema de liberarme lo tengo aún verde. Sí, como dice Fidel parece que se avecinan cambios, y que a grandes males grandes remedios. Que muchos de mis colegas han "cambiado el chip" y se han metido en otros campos, y otros que tenemos en común lo están cambiando. En épocas de crisis habría que convertirse en marciano, porque hacer la marcianada mayor, la cacharrada más cacharra va a poner en valor tu actitud frente a otras, pero a mí es algo que me da un miedo atroz, y me hace tener un carácter conservador.

Así que en definitiva chapeau, o chapó no sólo por lo que estás haciendo, sino además por mostrarlo, porque al menos a mí me está sirviendo para hacer una valoración "de verdad" de si lo que estoy haciendo yo es un camino que debería seguir caminando o si como algunos de ustedes más valientes que yo debería despojarme de este rollito conservador y lanzarme a cacharrear. Supongo que eso es algo que tendré que apuntar en mi libreta.

Saludos y disfruta!

José Otero dijo...

Así que eras tú el del pichi pichi, malandrín... Pues me acabo de dar cuenta de que en respuesta a aquel comentario ya escribí en su día una cosa parecida a este post. Demencia senil.

En fin. Pienso que lo principal es evitar a toda costa el aburrimiento y las inercias que no se adaptan al modo de hacer de cada cual. No veo porque hay ahora que cambiar nada o ponerse experimental porque viene en el nuevo guión. Hay que trabajar mucho, leer en lo ya hecho y echarle muchas ganas sin miedo al error, que suele siempre venir bien.En cualquier caso no hay absolutamente nada que perder porque, por suerte, no hemos ganado nada.

Rayco Márquez dijo...

Si! el mismo... de hecho fue esa respuesta la que me motivó a pedirte un post totalmente dedicado a esto. Ya sabes como es aquí en Canarias... un pueblo! y las noticias que nos llegan desde Berlín es que te has vuelto loco y que estás pintando unas cosas rarísimas, pero muy consecuentes. Es cierto que hay una cierta inercia que te obliga a hacer un cambio, pero también es cierto que un cambio puede ser simplemente encontrar nuevas formas de contar sin cambiar la mano, si es que con eso consigues llevarlo bien. Yo trataré de seguir atento a lo que andan haciendo por ahí, y ya veré. Lo que no puede hacer uno es estresarse demasiado!

Salud!

Chaval dijo...

Este Rayco Márquez no será el Rayco Ancor que presenta un libro en Madrid?