sábado, 17 de diciembre de 2011

Citismos (el Enano)


"Tú puedes ser el máximo cretino de la vida, el más absurdo y ridículo de los soplapollas que si te dedicas todo el rato a decirle a todo el mundo que eres chachi al final habrá algunos que se lo crean. Tú puedes ser medio cojo de una pierna y dedicarte a contarle a la peñita que te encanta correr los cien metros lisos, que es tu pasión aunque los hagas en veinte minutos, que ellos al final pensarán de ti “ese tío es un atleta”. Es como ser negro y decir “¿te gusta mi piel tan blanquita?”. Algún listo se dio cuenta hace siglos que aunque uno sea negro como un tizón, si repite mucho, mucho, que es blanco, tipo noruego, al final la piel se aclara un poco en la cabeza de las gentes"

R. A.


En los tiernos años de la universidad circulaba por mi facultad, para el uso del alumnado, la herramienta metafórica del pensarse "enano en hombros de gigante". Ésta operaba cubriendo la insignificancia de la propia trayectoria artística (la del estudiante que apenas ha tenido tiempo de hacer nada) con el paraguas del prestigio de las obras inmortales. Así, si uno hacía un dibujillo cualquiera, bastaba luego con relacionarlo con algún gran hit de la historia del arte o el pensamiento. Esta estrategia servía para que muchos nos quitásemos el miedo ante el lienzo en blanco, quedando nuestros primerizos garabatos justificados con la armadura intelectual (prestada) de un autor incontestable como, pongamos por caso, Walter Benjamin, posiblemente el más citado y menos leído en el mundillo de las artes plásticas. Uno pintaba un machango al que se lo llevaba la corriente por los aires y en vez de decirle a los compañeros y profesores: "Esto es un machango al que se lo lleva la corriente por los aires" decía "este es el Angelus Novus arrastrado por el imparable ciclón del Progreso" De este modo, no hablaba Pepito Pérez, larva de artista, sino que lo hacía Walter Benjamin a través de Paul Klee. El estudiante Pérez salvaguardaba la respetabilidad y de paso aprobaba la asignatura.


Dejando de lado la pedagogía bienintencionada, hay quien es incapaz de abrir la boca si no está encaramado sobre los hombros de un gigante abusón. Más allá de la utilización ilustrativa de una referencia, la literatura artística adolece de la enfermedad del citismo, de una verborrea de resabios sin raíz que circulan por aquí y acullá y que, las más de las veces, solo por el olor a muerto, denotan una falta de conocimiento real y un compromiso con los autores que se nombran. Ejemplos hay muchos: Derrida, teórico de la deconstrucción ergo sirve para comentar fotos de edificios en ruinas; Benjamin, escribía sobre los pasajes parisinos ergo le gustan los centros comerciales; Debord, critica el Espectáculo ergo funciona bien para cualquier cosa acerca de la TV... Pessoa son sus heterónimos (da igual lo que éstos dijeran), Proust, el recuerdo de una magdalena (no importa que "A la Recherche" sean siete tomos), Eliot una tierra baldía, Deleuze un rizoma, Heidegger el Ser, Nietzsche nihilismo, Marc Auge no lugar, Naomi Klein No logo, Vattimo piensa débil, Baudelaire fuma hachís y Foucault es maricón. Si uno se sabe quince o veinte de estos resabios ya puede lucirse con un texto artístico profesional. Si no lo hace es que "no controla".   


Este jugueteo tontilín pretende engalanar la tan respetable y hermosa desnudez de nuestra palabra (que con solo salir de la boca ya está llena de "citas sanas", pues el lenguaje es de por sí una maraña de referencias) con una suerte intelectualismo ornamental cuyo objetivo es prestigiarnos ante los que aún no se han agenciado con el catálogo de topicazos que llevamos bajo el brazo. La estrategia tiene un objetivo más o menos evidente: el  autobombo comercial / narcisista por la vía del intelecto. Hartos estamos ya de oír y asumir (por mucho que yo me enrrabiete en contra de ello) que un artista es un empresario. Debe promocionarse, vender su producto y repetir en alto, hasta la saciedad, sus monsergas propias para aspirar a un puesto en el mercado que le permita vivir de lo suyo. Siempre fue así, dicen. Rubens, dicen. El citismo, tan común en la literatura crítica, responde a la necesidad de adaptar la mercancía artística, de naturaleza difícilmente tasable, a las leyes del mercado. Los textos trufados de voces de autoridad descontextualizadas son certificados de calidad, informes técnicos, garantías para que los inversores y coleccionistas no se sientan timados con un producto tan vaporoso como el arte. Los objetos artísticos se profesionalizan a través de argumentos importados de diferentes disciplinas humanísticas; se ponen seriotes, simplones, pierden lo lúdico y la elasticidad que les es propia. No se puede tratar, nunca, de una hermosa cara pintada con muchos colores sino de una reactualización del retrato fauvista; de un complejo revoltillo hecho con papel higiénico por el suelo sino de una interpretación povera del espacio, del lento cambio de la luz de un proyector de video sino de un acercamiento digital al concepto duchampiano de lo infraleve, etc. El eufemismo viene de la mano del comentario experto, casi siempre vacío de un contenido sapiencial más allá de las etiquetas técnicas. Citar por citar es, de alguna manera, otro truquillo más para vender la moto. Cualquier cuestionamiento de estas premisas, otras maneras de  entender las artes y de ponerlas en conexión con el pensamiento, es visto como inocente o peor, como inculto y antiintelectualista. Si no citas a Benjamin "no controlas". Y si no me creen les cito al Horkheimer y Adorno de "La Industria Cultural". 


Sacudirse al mercado de encima y hacer lo que a uno le dé la gana como artista es casi imposible si no se es rentista o hijo de notario. Sin embargo, sí creo que es posible bajarse de los hombros del gigante abusón y hablar de lo que se hace (si hay necesidad) como enano, desde el suelo, aunque es cierto que así nos arriesgamos más a perdernos por los caminos de la miseria.  


Ya puestos a darle al autobombo... ¿por qué no vamos a por todas? 


SOY UNA GRAN PERSONA, PINTO UNOS CUADROS SOBERBIOS, VIVO EN BERLIN DESDE HACE NUEVE AÑOS, QUE ES DONDE VIVE LA GENTE GUAY Y ADEMÁS ESCRIBO NOVELAS GIGANTESCAS EXCELENTES. COMPREN MI NOVELA SI NO ME PUEDEN COMPRAR CUADROS (QUE SON CARÍSIMOS) UN LIBRO COMO NO SE HA ESCRITO NINGUNO EN CANARIAS, LLENO DE REFERENCIAS SUPER SESUDAS ESCONDIDAS BAJO LA SUPERFICIE Y A LA VEZ DIVERTIDÍSIMO (AÚN LES DA TIEMPO DE ENCARGARLO PARA LOS REYES MAGOS) FÍCHENME EN UNA GALERÍA QUE ME DE PASTA Y VISIBILIDAD, QUE SOY UN ARTISTA DE VERDAD, DE FONDO (TAMBIÉN CORRO MARATONES) PERO NO ME DEN EL COÑAZO CON EXIGENCIAS QUE RECORTEN MI LIBERTAD NI CON MUCHAS PRESIONES, Y SI SON MUJERES BELLAS ACUÉSTENSE CONMIGO CUANDO ME APETEZCA. HÁGANME CASO SIN SER BABOSOS Y HABLEN A LOS OTROS SIEMPRE BIEN DE MI.