miércoles, 14 de septiembre de 2011

Más teatro (V-Effekt)


Algún día escribiré sobre lo que supone heredar una biblioteca. En la que yo he heredado, la de mi padre, faltan algunos autores importantes por determinadas razones que ya comentaré cuando me decida a hablar de bibliotecas heredadas, que será el día en el que Kevin Jesús, mi comentarista más fiel, intervenga tal y como siempre promete. Uno de esos autores ausentes es Bertolt Brecht. He conseguido hace poco varias obras teatrales suyas y también sus muy interesantes diarios de trabajo,  descatalogados en español. Me he acercado a Bertolt con curiosidad, primero por el hecho de no figurar en mi biblioteca heredada (¿por qué no le gustaba a mi santo padre?) y segundo porque a bote pronto, sin mayores razones, me cae bien, me parece un buen tipo, así, rojo, literato, me mola su caretillo, vivió cerca de mi casa... qué sé yo, me daba buen rollo, el hombre. Lo cierto es que las tres obras que he leído hasta ahora, quizás las más famosas (El Alma Buena de Sechuán, Madre Coraje y sus Hijos, La Opera de los tres Reales) me han ¿decepcionado?. No es esa la palabra en absoluto. Me han sorprendido fríamente. Esto se debe seguro a que mis prejuicios buscaban ya obras con carácter social calentitas, dramas épicos, exaltantes, en el espíritu de la indignación, 15M, queriendo trasmutar a Madre Coraje por aquella otra Mamma Roma de Pasolini. Nada que ver. De hecho, en Brecht la cosa va de lo contrario. La cosa va de Efecto V.

El Efecto V (Verfremdungseffekt en alemán) es un recurso literario que busca introducir una distancia entre el espectador y la obra, que intenta separarlo de una identificación con los personajes, cortando la empatía emotiva entre ambos. En este sentido, Brecht habla de su teatro como un "teatro no aristotélico". Ya saben qué pensaba Platón de los artistas (de los poetas), que eran unos mentirosos y unos cuentistas y había que sacarlos a palos de las calles. Aristóteles también pensaba que los artistas no contaban la verdad, pero que eso no importaba porque contaban cosas parecidas a la verdad. A través del lenguaje y de la identificación con las obras de arte los espectadores eran capaces de percibir y entender sentimientos y pasiones análogas a la realidad. Matan a un niño en el escenario y una madre se puede figurar muy bien- si la obra es buena- el infierno que es sufrir la pérdida de un hijo. Ese transporte de sentido que proviene de la ficción educa a los hombres, les enseña los horrores y los amores sin necesidad de que tengan que vivirlos por cuenta propia. De ahí la importancia de los artistas (y su peligro potencial), cuentistas, sí, pero creadores de experiencia, educadores sociales, diríase. Una gran legión de obras de arte clásicas que conocemos (o que yo conozco) son aristotélicas, al buscar introducir la complicidad personal entre el espectador y la representación. Justo este vínculo es lo que Brecht quiere romper (y justo es lo que mis prejuicios buscaban en sus obras)

Hace un tiempo la asquerosilla revista yanqui "Time" publicó en portada una foto de una mujer afgana mutilada en la cara por adúltera. Al lado de la foto un epígrafe ponía "What happens if we leave Afghanistan" Supongo que es esta clase de demagogia sentimental la que Brecht procuraba combatir en sus piezas teatrales. Es una infamia que los talibanes mutilen a una mujer por echar un polvo con un fulano que no es el mono que le corresponde, pero eso no enseña en absoluto la magnitud del problema que es y ha sido la guerra en Afganistán y, en general, toda guerra. Si queremos saber qué pasa y cómo actuar hace falta Efecto V, distanciamiento, análisis de las estructuras que posibilitan que esta mutilación junto a otra inmensidad de barbaridades ocurran, para acabar de una vez con todas ellas y no perder el juicio en casos particulares que nos ofuscan, nos inundan en un mar de lágrimas o nos envían M16 en mano a acribillar a esos barbudos dementes. (“Tomemos el caso de un campesino pobre e ignorante. Si la pobreza y la ignorancia no se tratan como algo dado e inevitable, sino en su relación con otros factores y como algo evitable… tendremos el teatro no aristotélico” B.B.)

Madre Coraje pierde a sus hijos en el transcurso de la pieza, que se ambienta en la Guerra de los Treinta Años, pero Brecht no se ceba en ello; la madre tiene que seguir en ruta, tiene que continuar vendiendo sus baratijas para sobrevivir en medio de la devastación, arrastrando su carro, siempre pendiente de chorradas que la distraen (y que nos distraen como lectores), es como la misma vida, llena de chorradas y absurdeces que nos imposibilitan vivir una supuesta "vida de verdad"- porque probablemente la esencia de la vida esté más en esas chorradas y absurdeces que en otra cosa. Hay que sacar la basura ("una experiencia transformadora", pensamos) Tengo que ponerle un euro al carrito del súper ("Fluye la existencia en mis venas", reflexionamos) Madre Coraje, creada en la factoría del Efecto V, es un alegato dramático sin mucho drama en contra de la guerra. Las historias de Brecht, las tres que he leído, son obras sin improvisaciones creativas, construidas alrededor de una idea previa fuerte, bien estructuradas desde el principio y desapegadas emocionalmente. Me dan que pensar. Me dan que hablar. Tienen gran calidad literaria. Son hitos de la literatura mundial absolutamente indiscutibles. ¡Pero no me acaban de gustar, carajo! Seré un pequeñoburgués o un fascista o un sentimental o todas esas cosas a la vez, pero este tipo de arte creado con el Efecto V, con honrosas excepciones, me deja algo indiferente, sea en literatura o en artes plásticas. Y mira que yo mismo traté de predicar con el ejemplo... 

En 2007 hice una exposición individual titulada "La distancia relativa" que hacía énfasis más o menos en todo lo que he comentado hasta ahora. El texto metacoñazo que escribí en su día para explicarla rezaba así:

La distancia relativa cobra forma cuando consideramos nuestro espacio cotidiano como espacio histórico. Lo que nos circunda se carga de significado a interpretar sin perder la conexión con la contingencia del mundo: así, una sábana blanca cualquiera se convierte en una metáfora del lienzo, sin dejar de ser en ningún momento una simple sábana blanca cualquiera. La mezcla correcta entre el aparataje conceptual y lo prosaico de nuestro entorno se obtiene mediante las propiedades relativas que nos brinda la distancia adecuada. De aquí la importancia de la especulación- lo que produce el espejo- como imagen verosímil, esto es, paralela a la verdad, pero que no se confunde con ella. 

En virtud de su carácter extemporáneo (de su “muerte”), la pintura ofrece a día de hoy la posibilidad de reflexionar a cierta distancia respecto al, así llamado, “mundo de la imagen”. Por eso conviene plantear un tipo de discurso que sea capaz de mantenerse en relación con nuestra realidad, al mismo tiempo que introduce un alejamiento que le ayude a operar como herramienta interpretativa. 



¡Qué listo era yo en el 2007! Hoy en día, por una serie de razones que creo haber contado por ahí, un Efecto V inverso me ha llevado a una inmersión en la sábana blanca, a un buceo en los interiores de la pintura y a un trato más empático con ésta, aunque sin grandes sentimentalismos, quizás a causa de mi carácter, en general, secón.


viernes, 9 de septiembre de 2011

Escuela de La Laguna (Teatro)


Cuando se teclea en Google "Escuela de La Laguna" esta es la primera imagen con la que uno se encuentra. Una fotografía de baja calidad de un equipo infantil de fútbol que irónicamente y por azar parece describir bastante bien lo que fue la otra Escuela. Como poca gente sabe de lo que hablo, a tenor de la escasa información que hay en la web, aquí va la mejor definición hasta el momento sobre la misma, firmada por Alby Álamo, uno de sus miembros de honor:

Etiqueta inventada por el profesor Ramón Salas en 2005  en el marco de la Bienal de Lanzarote con el propósito de crear una marca exportable para sus estudiantes de la facultad de Bellas Artes. Como marca exportable no llegó nunca a funcionar, fracaso achacado por muchos a la falta de un sostén económico-galerístico que posibilitara su funcionamiento. No hay que olvidar que la Escuela de La Laguna no hace referencia únicamente a los pintores procedentes de la ULL, si no que también incluye otros artistas y disciplinas, de ahí que el nombre de la exposición de Lanzarote fuese "La escuela de La Laguna: Pintura relativa"(...) hoy buscados todavia por el gobierno, sobreviven como soldados de fortuna. Si tiene usted algún problema y se los encuentra, quizá pueda contratarlos."


Hablar de la Escuela de La Laguna, en Berlin, septiembre de 2011, me es tan ridículo como cansino. Hoy nos quedaremos solo con el comentario a la marca, sin su contenido, jugosa empanada mental cocinada con amor por Ramón Salas que tan bien nos supo y que ahora mismo, aquí, no pinta mucho. 

Las marcas no requieren de ningún sentido, son autosuficientes. Uno se topa con un cartel de Coca- Cola, con sus letras ondulantes, su color rojo chillón y no piensa en una bebida negra burbujeante y pringosa, ni siente bajar ese líquido dulzón por el paladar. Solo ve un cartel que pone "Coca- Cola". O Hannah Montana o Hugo Boss. La imagen está segregada de la realidad, del uso y el valor, y actúa solo como superficie. Ese es el secreto de la publicidad, estar ahí, un aparecer desligado de las necesidades. ¿Por qué Hannah Montana? ¿Por qué Coca -Cola? ¿Por qué el Ente y no el Ser? Porque sí, y punto. 

Esto es lo que se intentó hacer con la Escuela de La Laguna, crear una referencia promocional de un grupo de artistas jóvenes canarios estudiantes de Bellas Artes, al menos a nivel nacional. Y justo aquí es donde su recuerdo me ruboriza, me apena y me da risa, todo a la vez. Imaginemos el paisaje. Bienal de Lanzarote. Convento de Santo Domingo de Teguise. Teguise. Lanzarote. Islas Canarias; tratar de organizar un movimiento artístico- comercial de calado (tal que la Escuela de Leipzig o Düsseldorf) desde aquellos territorios es, lamentablemente, un estrategia suicida. Contra todo, la Escuela de La Laguna, la marca, firmó un segundo episodio viajando a Berlín y haciendo una exposición que, tras el rutilante día de su inauguración, pasó sin pena ni gloria. Obviando que entre nuestras filas no haya un Neo Rauch o Thomas Ruff, la Escuela fue un fracaso por falta de money. Si se hubiesen inyectado unos buenos billetes, exactamente igual a lo que pasó en Düsseldorf o Leipzig- no vayan a pensar en éxitos cualitativos inmaculados- otro gallo nos cantaría. Pues bien, parece que la Escuela de La Laguna, ridícula, deforme, ya anciana, desesperadamente canaria, llena de resquemor, escaldada, agobiada de sí, va a vivir un tercer episodio de gloria. 

El 27 del mes que viene, cuatro de sus más dignos representantes (Alby Álamo, Francisco Castro, Ubay Murillo y un servidor) van a exponer en un interesante espacio en Frankfurt, de grandes dimensiones, en donde podemos darnos gusto enseñando bastante material. El curator, que ya nos acompañó durante la travesía berlinesa hace un par de años, anda descreído de la "marca laguna" pero cree en los artistas, en una serie de lazos reales que hay entre nosotros, un diálogo cercano que sucede de facto, basado en cuestiones personales, formativas y afectivas. Sin embargo, el "maestro de ceremonias" del proyecto (llamémoslo así) que a la sazón es un reconocido crítico de arte alemán, sigue muy interesado en la vendibilidad de la dichosa Escuelita. Ahí estamos con tiras y afloja, tensiones entre la conveniencia profesional y el amor a la verdad, recuerdos de una vieja novia a la que no queremos ver ni en pintura (nunca mejor dicho), en otro espacio tiempo completamente distinto al de aquella época, con otras cosas rondando por la cabeza, con otros cuadros en el taller, con la mirada en otra parte, en otro idioma y con los calcetines puestos dentro de casa a principios de septiembre. Miro mis calcetines, me acuerdo de Teguise y me parece que yo no soy yo. Pero contra todo lo dicho, no puedo negar que quise a esa Laguna y que fue completamente vital para mi trayectoria profesional. Aún me molesta muchísimo que personas ajenas se metan con ella, y qué bien lo hicieron en su momento las mediocres de turno, propagando una serie de bulos absurdos y ridículos por no saber hacer la o con un canuto, pura mala follada provinciana. 

Esa falta de pertenencia, ese link que ya no existe, el panorama en el que aquí nos encontramos y la respuesta del público alemán a nuestras obras actuales, con la jodía pesadilla lagunera aún a cuestas, es lo que he tratado de representar en esta obrita de teatro corta que aquí les ofrezco, muy grosera, de bajona, cansada, poco conciliadora, medio absurda, superficialmente cínica, humorosamente deprimente pero al mismo tiempo sincera y fiel a la realidad.