viernes, 19 de julio de 2013

Cosas bonitas, cosas fascistas

Estamos a caldo. Quien lea el periódico ya sabe de lo que hablo. Y el que lea medio libro más también sabe que esto no es pasajero. Podrá "superarse" esta crisis pero vendrán más, con mayor rapidez cada vez, hasta que todo colapse. Nos encontramos cerca de un giro civilizatorio.  El cambio llegará, por las buenas o por las malas o por los dos sitios, y es probable que lo veamos en el transcurso de nuestras vidas. 

"S/t" 16 X 20 cm. Óleo/lienzo. 2013

Mientras pinto escucho mucha música. Eso no significa sea un entendido o conozca a miles de autores e intérpretes. Al contrario, me cuesta introducir novedades en el repertorio y disfruto vicioso de la escucha repetida. En los últimos años y con lentitud he ido metiendo en el saco algo de gozo, de sabrosura: latineo y africaneo, y me encuentro últimamente subyugado por la cumbia. 

A pesar de estas nuevas afinidades musicales de tierras calientes, vengo oyendo una y otra vez las piezas para piano de Robert Schumann. De entre todas ellas (estudios sinfónicos, papillones, kreislerianas, fantasías, etc.) me gustan las "Kinderszenen (escenas de la infancia)". Una me gusta especialmente. Mucho. La "Kinderszene nº15- Der Dichter Spricht. (el poeta habla)" que se encuentra en el segundo disco de la caja de cuatro CD, interpretados en su totalidad por Wilhelm Kempff. Tras trece estudios sinfónicos, comienzan estas escenas de la niñez, marcadas con evocadores títulos. ("Una historia curiosa", "En la chimenea", "Soñando", "De países y gentes misteriosas" etc.). La penultima pieza, anterior a la que tanto me gusta, se llama "Kind am Schlummerchen" (niño quedándose dormido, niño en duermevela). Cuando el niño se duerme, empieza la nº15: el poeta habla.

Hace poco me dio por coger "La Prisionera"- uno de los tomos de "A la Busca del Tiempo Perdido" de Marcel Proust que tuve el inmenso placer de leer hace unos años- abrirlo y releerlo al azar. Con gran sorpresa encontré un pasaje en el que el personaje principal de la novela - más o menos, el mismo Proust- hace una mención de esa pieza de Schumann en particular.

"(...) el silencio que pacifica ciertas rêveries de Schumann, en las cuales, hasta cuando «el poeta habla», se adivina que «el niño duerme»"

Cuando leí la frase quedé estupefacto porque hasta aquel instante no había ni siquiera mirado el libreto de la caja con cuatro discos de las piezas para piano de Schumann. Sin embargo sabía que era esa pieza corta, y no otra, ¡lo sabía, maldita sea!. Desde que pude comprobé que, efectivamente, la que tanto me había llamado la atención era la misma que le había llamado la atención al bueno de Marcel. Impactado con la coincidencia, me lancé a las interneses a buscar más información sobre las relaciones entre la música de Schumann y Proust. Hay bastante material. De hecho Schumann forma parte de Vinteuil, la ficción de compositor que crea el famoso pasaje de la sonata que se entrevera por toda la novela. 

Imbuido por el espíritu de las coincidencias, intuyendo- por un rato- un orden subterraneo del universo, seguí "investigando" y encontré un capítulo ("El ritornello") sobre las relaciones entre todas estas cosas tan bonitas en las "Mil Mesetas" de Deleuze y Guattari, que aún no he leído por completo. También, en youtube me llamó mucho la atención una master class de 1953 impartida por un afable viejito francés, Alfred Cortot, que desgranaba con gran sensibilidad la poesía y la belleza del este hermoso trozo de música. Buceando en el río de la alta cultura europea, me dio por saber quién era este intérprete y descubrí que el amable abuelete, además de gran pianista, fue un colaborador activo de los nazis durante el régimen de Vichy en Francia, declarado allí persona non grata tras la Liberación. También vi que Kempff, el que tan lindo toca a través de mis altavoces, fue incluido por Goebbels en la Gottbegnadeten Liste o lista de los artistas elegidos del régimen. Y sería una estupidez, una pedante subnormalidad decir que Proust fue nazi, ya que las circunstancias históricas eran otras, aunque cierto es que en su época fue acusado de germanófilo tanto por sus gustos musicales como por su posicionamiento en el asunto Dreyfus. Todo esto me transportó por caminos tangenciales a aquel viejo debate sobre la belleza, a escuchar por un lado a los que aseguran que ser una persona refinada y sensible, un desgustador sibarita de la belleza, no es incompatible con ser el más grande hijodeputa genocida, y por otro lado a los que dicen que alguien que realmente, de verdad de verdad, ha cultivado su sensibilidad y comprendido qué es lo bello es incapaz de cometer ninguna atrocidad.  

"S/t" 14 X 15 cm. Óleo/lienzo. 2013

Se me acaba la tarjeta sanitaria europea en dos meses, que no me van a volver a expedir y estoy enfermo de una hernia. Al ir al hospital a tramitar mierdas con mi seguro de mierda de pobre de solemnidad a punto de caducar, tuve otro momento de revelación cultural cuando una burócrata me asombró con una frase de una justeza poética similar al comentario de Proust: "Herr Otero, Sie sind komisch versichert". (Señor Otero, usted está extraña/rara/graciosamente asegurado). Entonces me acordé de Schumann, de Proust, de Cortot y Kempff, del niño durmiente y el poeta cantante, de vivir el arte intensamente, de darlo todo por la pintura y que me importe un carajo el resto, y también de Bárcenas y de Rajoy y del fascismo rampante y de que no pasa nada, y pensé para mis adentros cosas espantosas. Luego me dije que en fin, todo se acabará por arreglar, ya vendrán tiempos mejores, resistir es crear, etc.

Me cago en sus putas madres, fascistas de mierda.