viernes, 1 de febrero de 2013

CANARIAS, CENTRO DE EUROPA (Dos parábolas y una actitud)

Laura y Vanessa en Quito (Ecuador)

La parábola de Correa

En el año 2009, el presidente de Ecuador Rafael Correa y su ministra de Defensa decidieron no renovarle el convenio de cesión gratuita de la base militar de Manta al ejército de los Estados Unidos, un acuerdo que se venía efectuando desde el año 2000. Cuando la administración estadounidense le pidió explicaciones a Correa, éste accedió a renegociar la cancelación del convenio solamente si el Gobierno de los Estados Unidos le habilitaba al ejército ecuatoriano una base militar en Miami con el fin de proteger los intereses ecuatorianos, teniendo en buena cuenta que son muchos más los ciudadanos ecuatorianos que viven en el territorio estadounidense que los estadounidenses que residen en Ecuador. 

El canario se baña en el agua y reflexiona ante los barrotes de su linda jaula

Canarias

¿Qué se dice que es Canarias? Canarias es en relación a Europa una región, así llamada, ultraperiférica. Su situación geográfica ha condicionado muy fuertemente su historia. A pesar de haber sido tierra de paso y acogida de diversas culturas siempre ha estado marcada por el "atraso" respecto a la España peninsular, a su vez, también "atrasada" en el contexto europeo. Este es el territorio mental, el marco referencial que hemos heredado y del que se destilan palabras clave como identidad, cosmopolitismo, capital, periferia, insularidad, aislamiento, dependencia, autodeterminación, etc. ideas que surgen del partido de tenis entre el adentro y el afuera, en donde el afuera suele imponerse como Leitkultur y el adentro, pues bueno... lo que hay; si te gusta bien y si no te vas para Alemania. 

A mí, Canarias no me gustaba mucho y, en consecuencia, me fui a Alemania. Bien es cierto que las Islas con las que pretendí cortar en seco no tienen que ver con las de hace cuarenta años, o doscientos, en donde el desfase entre periferia(s) y centro(s) era muy acusado y el irse suponía prácticamente exiliarse. Yo en Las Palmas estoy como Pedro por mi casa, no "siento" que me he ido a Berlín hace ya una década, quizás porque sé que hoy en día en Canarias realmente "hay de todo".  No hay uno, sino varios expertos en cómic Marvel, en violín barroco, vulcanología, historia medieval francesa o ingeniería naval. Ya no es estrictamente necesario formarse fuera para tener nociones sólidas respecto de casi cualquier tema. De hecho, y en el ámbito de las artes, estoy seguro de que cuando vivía aquí estaba más al loro de lo que se cocía en la escena metropolitana de lo que estoy ahora, quizás porque aquel supuesto handicap de vivir en la (ultra)provincia me forzaba a la sobreacumulación informativa. Con las interneses ya todo el mundo se lo sabe todo, ¿no?

Así, en estos momentos en el que el clásico sentimiento de inferioridad del canario se ha depotenciado gracias a la seguridad que otorga el saber que "lo nuestro" es perfectamente equiparable en calidad al producto de la metrópoli, el segundo escalón, al que nos ha tocado subir a las últimas generaciones, pasaría porque nos hiciéramos valer allí, dicho vulgarmente, saliendo fuera a triunfar. ¡Y hemos triunfado! Canarios de pro viven por todo el mundo como buenos embajadores de su tierra dejando muy alto el pabellón insular. Lo repito: "Canarios de pro viven por todo el mundo como buenos embajadores de su tierra dejando muy alto el pabellón insular" ¡Pues me cago en los canarios que triunfan por el mundo! 

Les invito a una inversión de todos los valores. 

Yo, Rafael Correa, presidente de Ecuador, a cargo de un ejército insignificante, le propongo a los Estados Unidos de América, la superpotencia mundial, instalarles una base militar en Miami para velar por su seguridad. El asunto, de entrada, parece una coña. Pero va muy en serio. Yo les propongo a todos ustedes que dejen ya de hacerse valer en el extranjero suprimiendo la idea de lo foráneo y con ella la de lo propio. 


Mapa de Europa Central.


Canarias es el centro de Europa. 

No se trata de que en Canarias también se hagan cosas buenas, que nos hayamos librado de nuestras trabas históricas y prejuicios y estemos  preparados para los retos de la modernidad, no, no... Hay que interiorizar- si es que queremos ser europeos- que Canarias es la esencia irremplazable de Europa, su núcleo duro, Picadilly Circus, la Atenas de Pericles, la sede del BCE, la cuenca industrial del Ruhr, Unter den Linden, la Bastilla durante la Revolución Francesa; en Canarias se corta el bacalao, así ha sido siempre y lo es en estos mismos instantes, con las cosas como están. No en un futuro deseable, sino YA. 

Es inútil esforzarse por superar mentalmente el complejo de inferioridad, por "igualarnos" o hablarle de tú a tú a Occidente. Lo que debemos hacer es actuar como Cabeza de León (dice el dicho que el provinciano con sueños de grandeza solo puede ser "cabeza de ratón" en su tierra o "cola de león" en la capital) ser la Leitkultur de Europa, cuando es evidente que tal y como funcionan las cosas es imposible que eso suceda. Al igual que el ejército ecuatoriano en territorio estadounidense, el canario debe invertir la línea tradicional que va desde su ultraperiferia mental a los centros metropolitanos, sin anular la subordinación pero cambiando de sitio el elemento subordinado, porque es el dominado el que reflexiona sobre su condición miserable y sufre por ella. El dominante solo actúa en función de lo que cree que le llega por naturaleza, y tan tranquilito se queda.

Las personas cultas y respetuosas que viven en el centro del mundo tienen una actitud magnánima cuando contemplan las "otras culturas". El buen ciudadano de metrópolis, el que no se considera un xenófobo y jura y perjura que no tiene prejuicios culturales, jamás se atrevería a menospreciar abiertamente cualquier expresión proveniente del extrarradio, siempre y cuando ésta sea razonable. Esta magnanimidad suele ser tan bienintencionada como automática y está cargada de la misma  suficiencia que la etiqueta musical "world music". Se entiende que existe la música (occidental) y después el resto, la "world". ¿Puede "nivelarse" o "corregirse" esta actitud bonachonamente etnocéntrica mediante el diálogo, mediante la tolerancia, mostrándole a los metropolitanos que nosotros también sabemos hacer las cosas como ellos? Yo creo que no. Es la hora de que el ejercito de Ecuador (ridículo) le de clases de estrategia militar a los marines estadounidenses, de que los canarios (atrasados) le digamos a los alemanes cómo hay que arreglar no nuestras cosas sino las de ellos.

Sería fácil objetarle a esta actitud su carácter poco novedoso de impostura y sobrevaloración, que pasaría por negar la historia y las evidencias socioculturales contemporáneas en las Islas, como si se tratase de una implantación forzada del espíritu cosmopolita, un injerto mal hecho que tendría por protagonista a la muy poco original figura del moderno de pueblo, con sus posaderas en el barucho del barrio, tomándose un leche y leche, y la cabeza (y el outfit) de catwalk por la Fifth Avenue. Por eso, antes que nada, hay que tener muy presente que el desastre ya se consumó, que es completamente imposible que el ejercito de Ecuador defienda al mundo, y que somos personas nacidas en un lugar en donde la mayor parte de la población hace setenta años cagaba detrás de las tuneras. En efecto, las Islas Canarias son una comunidad autónoma cuyo sustrato cultural, más allá de las alharacas oficiales, es muy pobre, hechas a imagen y semejanza del nuevo rico, con sus cortoplacismos y esnobismos subnormales como el body sushi frozen yogurt bubble tea, enfermo que está con la cultura de la importación. Uno debe saber bien todo esto y a la vez hacerse el loco, porque es menos útil y más torpe ser el moderno del pueblo que el tonto del pueblo, al que nada le ha pasado, nada le falta y tiene todo lo necesario aquí, a su entera disponibilidad, como si viviese en la Arcadia. Como si, como si, como si. 

De esta manera, si obviamos lo seductor del viaje exótico, sería una temeridad profesional, un capricho, hacer una exposición en una galería de Berlín si nos han dado la misma fecha para el Ateneo de La Laguna. A la capital no se muda uno a empaparse de influencias y abrir los horizontes sino a aislarse, a concentrarse, después de haber pasado años sumido en la vorágine de la intensísima vida cultural de Telde. Así, si un día aparece por aquí, por ejemplo, Julian Schnabel y resulta que por algún motivo (aburrimiento, insistencia de un amigo, nada nuevo en la Casa de la Cultura de Arucas... ) nos cuadra ir a su inauguración le podríamos decir: "Oye, están bien tus cuadritos, tienen su rollo. Por cierto, deberías mirarte las cosas de Fernando Álamo y las de Paco Sánchez, te podrían aportar un montón. ¡Mucha suerte!"  

¿Reivindicación de "lo nuestro"? No. En la metrópoli nadie reivindica "lo suyo"; crear obras de arte a partir de las raíces neoyorkinas o berlinesas sería algo bastante abstruso. "Lo nuestro"  hace aparecer de nuevo la siniestra sombra del "afuera", poniendo a funcionar el engranaje machihembrado del vencedor y el vencido. Uno reivindica "sus cosas" cuando se encuentra en una posición de desmejoría. "Lo nuestro" sería, por un lado, simplemente lo que se da, ocurre, es, existe, pasa delante de las narices y, por otro, lo que nos emancipa, libera y conviene, sea la pintadera guanche símbolo de la cultura prehispánica o un programa ambicioso de energía eólica para el Sur de Gran Canaria. "En Clave de Ja", no. Soria y su petróleo, tampoco.

Hay que pensar que en esta mierda de territorio que pisamos está todo lo que hay y que está bien que así sea. Aquí y no en otra parte, con sus calles llenas de chicles, edificios feos, baruchos con borrachines jugando a la tragaperras y con sus endémicos tarugos, troncocoles lamentables en puestos de responsabilidad por los que debemos pasar si queremos hacer cualquier cosa, está toda la baraja. El escenario de representación lo tenemos frente a nuestra jeta. No en Berlín ni en San Borondón. 

Invertir la posición vertical poniendo al dominante a dominar en un contexto en el que manifiestamente es imposible que tal cosa suceda (¡pobre ejército ecuatoriano!, artista insular, ¡infeliz!) acabaría invalidando dicha dominación, la que sucede de facto, la que sufrió el canario y la que sufre hoy en día, emperrado en salir a triunfar y mudarse a Berlín como hacen todos los gilipollas. Una actitud así no apelaría a la fuerza de resistencia sino que directamente invalidaría el marco discursivo; no más "lo de fuera", no más "lo nuestro". Estas categorías no podrían ya aplicarse, dejarían de tener sentido, como no lo tiene una broca del seis en un sofrito para paella.

El como si limpia por un lado la mirada servil, real y actual, que aun le profesamos a la metrópoli, correlato de nuestra añeja cultura de la importación, pero también- y esto es más importante- la altanería con la que miramos a otros pueblos con menor nivel de desarrollo material, en especial, en el África que tenemos aquí al ladito. Con estos "ejercicios espirituales"- algo esquizofrénicos porque es cierto que al tonto del pueblo, de cuando en cuando, se le va la olla- quizás podamos entender que la mejor definición de la metrópoli es la que se hace desde fuera de sí misma, en función de sus límites y en razón de todo lo que ésta excluye. 


¡Grandes noticias!


La parábola de Kerner  

En "Good bye, Lenin!" una  película del año 2003 que puso de moda a nivel mundial la Ostalgie, se cuenta como un hijo, Alexander Kerner, quiere ocultarle a su madre, muy enferma y ferviente comunista, que la República Democrática Alemana está en sus últimos días. Para ello prepara toda una estrategia de simulación sofisticada cuyo punto culminante tiene lugar cuando consigue retransmitirle a la madre un falso telediario que anuncia que las masas alemanas, hartas de la represión, la hipocresía y una vida cotidiana alienante e insoportable, rompen el Muro y se lanzan jubilosas... a las calles de la R.D.A.