lunes, 28 de diciembre de 2009

Violencia(s)


  


Hace poco más de un año, mataban de una paliza a un joven, Iván Robaina, en una conocida calle de bares en Las Palmas de Gran Canaria. La noticia tuvo una enorme cobertura mediática y un despliegue social importante.

El mismo fin de semana en Lanzarote torturaban, golpeaban, ataban de pies y manos y mataban, lanzando el cadaver al mar, a Expedita Santana. Un asesinato con premeditación, se cree que perpetrado por varias personas y todavía sin resolver. La noticia apenas dio para un par de articulillos en prensa y TV. Era una conocida yonqui y prostituta.

Para arrojar un poco de luz sobre el impacto social de la muerte, yo recomendaría echarle un ojo al "Homo Sacer" de Giorgio Agamben (o quizás a "Notas sobre la política", un extracto en partes del primer libro que no requiere quizás tantos conocimientos técnicos filosófico-jurídicos) en donde hay materiales valiosos para pensar en la instrumentalización de la muerte y en la biopolítica.

Para arrojar otro poco de luz y desde una óptica opuesta, un enlace no tan erudito con los  miserables temores recurrentes del ciudadano de a pie.

http://www.lanzarote.com/lancelot/2002-09-06/Lancelot-secc1-es.html
 

sábado, 19 de diciembre de 2009

Neutralizados




Ayer por la noche presenté en el CAAM, junto a Pablo y Cynthia de PSJM, el libro “Neutralizados. Ensayos de artistas que escriben”, con cuatro textos de Pablo España (colectivo "Democracia”), José Otero, Avelino Sala y PSJM. En enero se hará otra presentación en el espacio OFF LIMITS de Madrid.
 
Esta publicación la hemos hecho a través de bubok


Esta página permite que cada libro pedido sea un libro producido. Te lo envían a casa en pocos días. Lo vendemos a precio de costo y es posible en la misma página bajarse el pdf gratuito. 


Nada mejor para las Navidades que un libro sobre la subsunción del arte en el capital. ¿O no?.

martes, 1 de diciembre de 2009

Pensamiento




Yo empecé a pensar a los quince años.
Antes de extenderme, anuncio de antemano el tono nostálgico de este artículo. Hace poco me terminé el Proust, después de año y medio, y estoy algo impregnado de esa estética. Me advirtieron que lo dejara para más tarde, que era mejor leerlo de viejo, pero bueno, en fin, aquí va, un artículo viejón. 
Yo empecé a pensar a los quince años.
No recuerdo bien en qué términos se planteó el asunto, pero en un momento dado me pareció que había gente que pensaba, muy poca, y otra que no, casi todo el mundo. Coincidió este hecho, como es natural, con la adolescencia, periodo sudoroso y patético (de pathos,  que provoca el sentimiento) y es difícil incluso hoy en día separar una cosa de la otra, aun después de quince años de pensamiento diletante, ahora un poco menos chorreoso.
Pensar era en esos entonces una fuerte pulsión de definición vaga que  generaba una única y potente sensación: A mí no me la pegan. A mí no me la pegan con esto, quiero decir, con todo esto de aquí, esa gente de allí, y tú, tú, y también tú, y con cómo está organizada la cosa, en general, una estafa, una estafa planetaria tremenda que todo el mundo se come con papas, una estafa que hace que la gente, la vida y el mundo sean una mierda pinchada en un palo… ¿de qué van?, ¿cuál es el rollo aquí?, aquí encerrado en el instituto, seis horas diarias, como en prisión, oyendo sandeces, aprendiendo de memoria sandeces, logaritmos neperianos y mierdas inservibles, mientras ahí fuera pasan cosas, vaya usted a saber si mejores a lo que hay en el Instituto porque en realidad no sé nada de nada, pero distintas, seguro, mientras yo sigo aquí con los logaritmos absurdos, obligado, neperiano, y ¿para qué?; para aprobar matemáticas con un cinco, y ¿para qué?; para pasar de curso, ¿y pa qué?; para entrar en la carrera. Entrar en la carrera, acabar la carrera, currar, quemarme como la moto de un hippie, tener mujer, chiquillos, quedarme calvo y morirme. Al foso, al hoyo de cabeza y chin pum. Se acabó. Qué guay, ¿no?
En este contexto se inicia y desarrolla el pensar. Existencialismo barato adolescente, dirán algunos. O Entzauberung, prefiero yo decir.
Lógicamente y por suerte, no era yo el único que pensaba. Dos o tres personas, en voz baja, confesaron que también pensaban. En voz baja, no fuera que alguien los oyese y les tocase recibir un cate, por primos.
-“Ay…¡ jodío primo! ¿qué estás diciendo ahí, subnormal? A ver si te vas a llevar un cate…”
Desde ese entonces el Instituto se dividió entre gente que pensaba (primos, en su mayoría) y gente que no (los que daban cates), porque el estado del pensamiento es claro y unívoco, como un dolor de muelas, o como verse sobrio en medio de borrachos, o viceversa. “Ese no piensa” o “Fulanit@ es de puta madre, piensa”. Pasaba también, que tras un periodo de letargo, alguien había por allí que de un día para otro se iluminaba, como le ocurrió a un grupo entero de amigos, de golpe, los, así llamados, heavys pequeñitos.
Conversaciones recurrentes eran, por ejemplo, si el mundo era una mierda.  Así mismo, a lo bestia. O si la gente era, toda, en general, una mierda. Temas sobre los cuales me pasé noches enteras hablando, sin saber quién era nadie, ni Sartre, ni Freud, ni su puta madre. Sin referentes, sin autores, a pelo, con un bollycao y agüita. 
Después llegaron los libros, los nombres propios, los legados, las escuelas filosóficas, las obras de los artistas, la literatura, etc. prótesis que progresivamente se iban adhiriendo a aquel reflexionar basto y poderoso para darle estructura y cohesión, calmar las angustias de la isolación con contextos y escenarios (a veces de cartón piedra), ofertar afinidades, conectar muertos con vivos, historia y momento presente, pensamiento y escritura. Esas prótesis, pura terapéutica, consiguen ayudar parcialmente a canalizar y normalizar aquel desencuentro primigenio con todo, pero éste sigue presente, quizás de manera no tan lacerante como en aquel entonces pero sí como un continuo murmullo que no cesa…chacho, ¿qué estás diciendo ahí, loco? A ver si te meto, por primo.