miércoles, 18 de agosto de 2010

Nachbarn


Lo que vemos en la foto, justo en frente de donde vivo, son casitas de veraneo agrupadas en colonias, muy populares en las ciudades alemanas. Cuando llega el buen tiempo se llenan de gentes que entre esporádicos rayos de sol y cerveza caliente disfrutan de diversas actividades recreativas. Abundan allí figuras de porcelana (tradicionales son los enanitos tipo David El Gnomo) como la espectacular y agresiva pantera negra que custodia la puerta, pequeños laguitos artificiales para que los pajaros se bañen, modestos huertos y un césped siempre puntillosamente cortado, al cuadrao. Los carteles en las vallas colindantes a la propiedad con fotos de brutales perros rabiosos y mensajes amenazantes dirigidos a los posibles intrusos son de antología. Mis vecinos tienen dos caniche.       

¿Qué mas podemos decir del mundial de fútbol? El que no se ha escondido tiempo ha tenido, o sea, que ya ganamos lo que parecía imposible, ya festejamos, y ya hablamos de todo lo que festejamos. A mi me tocó vivir el triunfo en Alemania, en donde la marea roja no fue más que una pequeña olita. 

El anterior mundial de fútbol se celebró aquí y en él sucedió un fenómeno de lo más curioso, y es que, desde la Segunda Guerra Mundial jamás se había visto una explosión tal de banderas alemanas, ni siquiera en otros episodios clave en donde la historia del país se transformó radicalmente como fue la Reunificación. De la Reunificación se pueden hablar siglos; unos la han considerado una auténtica Revolución en el sentido más emancipador de la palabra y para otros fue el último escalón hacia el salvajismo social en el que vivimos. También se podría hablar un buen rato acerca de la profusión de banderitas, que tuvo a los medios críticos y no tan críticos del país entretenidos en revisar sus cosas, sus identidades, complejos de culpa, sentimientos de pertenencia, aspiraciones y miedos propios, cuando la peña espontáneamente y azuzada por el fútbol, una expresión de amor a la patria sin tanto tanque, se lanzó al "todo a un euro" chino para barroquizar sus balcones y coches con los símbolos de la soberanía.

Yo, como es habitual, no voy a comentar el tema en profundidad. Solo relataré la jugada de mis vecinos. 

Según me cuentan mis informantes nativos, estos "Schrebengarten" (las casitas de veraneo con jardín) suelen ser muy apreciados por la clase trabajadora popular, aunque es cierto que al menos en Berlín hacen ahora furor entre los "öko" urbanitas, amantes de la cultura ecológica, votantes de los verdes, consumidores de productos bio, etc, ecopijos o no. La palabra "proletario" en alemán, además de significar lo mismo que en nuestra lengua, puede usarse como insulto en su versión corta. "Prolette" es, en la imaginación tópica, aquel señor pelao al cuadrado o al tazón (no hay consenso entre los expertos acerca de la denominación exacta de este estilismo) que recorre la ciudad en scooter (Mofa) y al que le gusta tanto la música del pumba pumba como repartir hostias y hacer el malaje cuando sale de la fábrica alienado.

Vistos desde mi balcón, mis vecinos parecen unos buenos "Prolette" y me vienen haciendo un desfile de banderitas durante los últimos cuatro años que me tiene gozando.

Las primeras en ser colgadas, cuando comenzó la fiebre en el anterior mundial, fueron dos banderas alemanas pequeñas, sin símbolos, solamente con los tres colores, negro, rojo y amarillo. Meses más tarde las retiraron para poner una única e inmensa bandera con la Cruz de Hierro en medio. La Cruz de Hierro (Eisenkreuz) pese a que es actualmente el símbolo del Ejército Alemán, quizás precisamente por ello, es dentro de determinados contextos una versión ligera y legal de la otra Cruz Gamada (Hakenkreuz) tan bonita, supernazi y prohibidísima. Recuerdo que cuando era muy, muy pequeño pintaba como un obseso miles de cruces gamadas en la parte de abajo de mi escritorio, ante el descojono de mis atónitos padres. Parece quedar claro en el imaginario general de, al menos, la gente entre la que me muevo que un tipo rapado con botas de cuero y chaqueta bomber que luce un pin de la Cruz de Hierro no es un activista de Greenpeace. Tras la inmensa bandera cuasifascista o, por lo menos, militar, volvieron a aparecer de nuevo las pequeñas tricolores, las más vistas por la ciudad.

Después de un periodo largo de tiempo, coincidiendo con el último mundial, y pasada ya la Eurocopa, hubo una nueva reordenación simbólica en el jardincito de mis vecinos, que corresponde al estado actual del lugar, tal y como podemos apreciar en la foto. Una gigantesca bandera central sin Cruz de Hierro, pero con el águila imperial, el escudo de armas de la República Federal Alemana actual.

En los extremos de la propiedad se alzan otras dos banderas no tan grandes pero también de buen tamaño, que, curiosamente ofrecen una imagen collage de las banderas de todos los países existentes, una bandera mundial. ¿Qué les ha pasado a mis vecinos? ¿Por dónde me van a salir ahora? Seguiré atento, aunque me parece que en los próximos meses la llamada de la patria se va a congelar un poco.


              

8 comentarios:

Anónimo dijo...

y dime jose, ¿sigues siendo nazi?

palanca dijo...

eso de llamar "prolette" a los prolette quizás no sea nazi, porque también había nazis entre los prolette (aunque mi profesor de historia insistía en que el fascismo era un fenómeno de clases medias) pero denota una mentalidad pijoderechosa insoportable.

José Otero dijo...

no, nazi no soy ya, solo quizás pijoderechoso insoportable porque digo prolette de la misma forma que digo coyo, changa, matao, ruina, etc, palabras también todas ellas muy bonitas y sumamente despectivas.

José Otero dijo...

Se me olvidaba, el que quiera más información sobre el tema que visite el blog de palanca (picando en su nombre en el comentario) que contiene un muy buen artículo sobre los bárbaros y la barbarie.

palíndromo dijo...

prolette es "proletario", obviamente: usar como insulto un diminutivo de proletario deja clara la ideología, sea o no de modo consciente.

José Otero dijo...

¿Cuál de las ideologías se queda clara?

palangre dijo...

la facha.

José Otero dijo...

Ah. Entonces soy un facha.