sábado, 3 de abril de 2010

Grfft Brln



Hace siete años, cuando me mudé a Berlín, un amigo me pidió que le escribiera un artículo sobre el graffiti. No lo hice en su momento por diversos motivos. Con algo de retraso, aquí va. 


Me agrada el graffiti.

El grafitti es una de las prácticas que tienen lugar dentro del más amplio conjunto del “street art”, o arte urbano, que de un tiempo a esta parte, como muchas otras manifestaciones estéticas sociales se ha hecho bastante amigo del arte contemporáneo. Sí, ese, lleno de pijos, con galerías, curators, coleccionistas etc. No sé que le ven tan guay al arte contemporáneo, la verdad, grafiteros, cocineros y programadores de videojuegos

Mis conocimientos enciclopédicos al respecto del arte urbano son bastante pobres. Un par de documentales, un par de amigos grafiteros, pero básicamente leyendas urbanas regadas de cerveza jueliendo las pestes del spray que despiden  mis colegas de profesión currando en la pared de detrás mía el domingo por la tarde de resaquilla en el Mauer Park. En cualquier caso, queda más o menos claro que vivo en una de las capitales mundiales del “street art”. Aparte de este hecho infraestructural, mantengo una cierta afinidad gremial con estos creadores, producto de las ocho horas diarias que me paso llenando con color superficies planas semiabsorbentes.  

Sin ánimos de entrar con profundidad en consideraciones históricas y metodológicas (rigores que nos encanta escamotear en este lindo espacio nuestro) es una obviedad decir que existe arte urbano desde que existe la urbe. Incluso antes hay antecedentes, el feliz día que se le ocurrió a un adolescente dejar su "aquí estoy yo" con un trozo de carbón en una casa de adobe  de su mesopotámica aldea, o más allá aun, en la pared de una cueva. Arcaizando menos, nos acordamos de aquellas bellísimas incursiones y actividades re-creativas en el Paris de los 60 de nuestros amigos los borrachines situacionistas, casi cuarenta años antes de que Bansky saliese en el periódico, día sí, día no, "montándola". Parece que solo sabe montarla, ese chiquillo.

Supongo que el mainstream o la arcadia originaria de donde sale el arte urbano actual tiene que ver menos con las pintadas espontáneas descubiertas en las calles de la antigua Roma que con la cultura de la subcultura de las megaurbes de los ochenta, "do the right thing". Se nos hace fácil visualizar aquel suburbio efervescente del NY ochentero mas popero y hiphopero, donde se da la creatividad entre el crimen y el fashion, aún cuando en nuestros días la urbe ofrezca espacio a otras maneras de hacer que no siempre se parecen a aquel gesto poco mediatizado y gratuito del Geist del barrio; el joven precario ante la legalmente protegida blancura del muro. Tras el marasmo de actividades cuasiefímeras que se suceden en las calles, con spray y plantilla, papel pintado, rodillo y brocha,  rotulador edding, desechos reciclados así como otros materiales menos canónicos, queda en el imaginario popular una pregunta final, bastante naiv pero no por ello menos sustanciosa, y que atañe a cuestiones legales o de legitimidad social: ¿Se trata de arte o de vandalismo? Ya tuvo que meter de nuevo las narices el arte en esto...

Me agrada el arte, un poco, no demasiado, y no me gusta nada el vandalismo, esa es la  verdad. Quiero decir, ir por la calle y que me den hostias por la cara, que me roben la bici, que me vaya a sentar en la guagua y hayan echado un pollo en el sillón o que en mi linda puerta de casa, lacada al aceite azul de cobalto imitación, algún machango frustrado deje su absurdo y neolítico rastro imborrable, porque sí. "Si te gusta bien y si no te lo comes con papas igual" pensará él. Como el común de los ciudadanos, prefiero bastante más a los artistas urbanos "que se lo curran", que hacen cosas bonitas, o interesantes, o grotescas, que te obligan a replantearte temas, que crean una poética cotidiana de la ciudad o denuncian sin tapujos al Estado, la Sociedad, el Sistema, la Opresión, etc, con un pedazo de obra que te deja flipando por su calidad y valentía. Sin embargo, creo que, contradiciendo mi gusto, el mejor de los graffiti es aquel que pone sencillamente en rotulador o spray negro "TU PUTA MADRE!", y que está escrito en nuestra propia puerta, por la cara y para joder. Es esencial que nos joda. Que sea feo, cutre, mal hecho, parecido a los otros, un letrarrajo retorcido con la indistinguible marca snob de un autor que no quiere ser artista, ni poeta, ni nada de esas cosas raras. No sabe ni lo que quiere aparte de tocar los huevos y está jodido porque siente y sabe que el mundo se compone íntegramente de caca de la vaca. “Don´t this shit make the nigga wanna jump”

Uno de los puntos fuertes para Berlín del FDP (el partido liberal, el Demonio que ya gobierna en coalición con la derecha en Alemania, pero que lo tiene difícil en el ayuntamiento capitalino, tradicionalmente de izquierdas) es acabar de una vez para siempre con el graffiti. Con el "vándalo", se entiende, porque no alcanzo a  imaginar a un burro que le pueda desagradar alguno de los impresionantes muros pintados que hay en esta ciudad, la mayoría trabajos de encargo o realizados con permiso. Esta cruzada contra el "vandalismo" forma parte de la programación de gentrificación de la capital, resumiendo mucho, un proceso que utiliza a las clases creativas (básicamente, los vándalos y su entorno, que son los que generan "el rollito" en la calle, no los artistas decimonónicos como yo, encerrados a cal y canto, sumidos en sus retruécanos incomprensibles, trabajando para ser remunerados por los más poderosos) para reactivar ciertas zonas problemáticas de la ciudad hasta que se hacen apetecibles a las clases más acomodadas, cuando ya el crimen o la marginalidad han remitido gracias al trabajo de zapa de estos pioneros. Los pijos llegan, compran todo el barrio a precio de saldo y allí, a gustote, se acomodan. Siempre me ha hecho gracia eso de acomodarse. La vieja guardia en cambio, con el deber cumplido, se tiene que largar, más lejos, otra vez a enfrentarse a navajeros, sortear yonkis y putas, andar tenso por la noche etc. cuando los alquileres se triplican en dos años. "Es lo que le gusta a los artistas" pensará el Demonio, que además de ruin es medio subnormal. Así ha ocurrido en mi barrio, Prenzlauer Berg. 

Prenzlauer Berg era ya durante la RDA hogar de escritores, artistas, borrachos y demás gentuza. Tras la caída del Muro atrajo a los especuladores, bien es cierto que sin muchas prisas, y hoy en día es el sector (PBerg+Mitte) más caro del Berlín Este. Sobrevivimos los que mantenemos los alquileres de risa de hace años con una inmobiliaria que, solo sabrá el buen Dios por qué, además me ha rebajado 5 euros en la mensualidad. Me huele a cuerno quemado. 

El debate de la gentrificación, o “yuppiesierung” (yuppiezación) como dice la peña por aquí, es complejo porque las así llamadas clases creativas son tremendamente heterogéneas y sus deseos y modos de entender la ciudad son antitéticos. El espectro de conciencias va, por poner algunos ejemplos tópicos, desde el punk anarquista hasta el trepa de galería, pasando por el clubber apolítico. Sin embargo, la mayoría desea que la cosa "suba", se "ponga bien", siempre y cuando ellos puedan adaptarse a la subida, perpetuando la ya clásica lucha por la supervivencia darwiniana en el capitalismo; el que vale vale, y el que no que se joda.         


En este contexto los grafiteros malos (o sea, los buenos, los vándalos) son como caóticas milicias que con su mal gusto y total renuncia a libar, por desconocimiento o decisión, de las mieles de las Artes y sus beneficios espantan a los nuevos colonos, manchando, rayando las lunas del metro, pues sus víctimas aun juzgan desde el "buen gusto" y solo saben moverse en el espacio estrecho de la dialéctica entre el arte o el vandalismo, una pregunta cuya respuesta desemboca en terrenos meramente decorativos. Los militares no me hacen gracia ninguna y los grafiteros descerebrados tampoco, pero los prefiero mil veces a los pijis de Audi TT, que vienen a enguarrar en su aburrimiento existencial nuestra manera más relajada de entender el rollito, lejos de la obsesión por la perra y todo el espíritu formativo que ella genera.


En Berlín, gran ciudad tranquila, todavía se puede vivir. Hasta cuándo se podrá es el tema de debate por excelencia, al menos entre mis amigos, con cada café y con cada cerveza.

"Arm aber sexy" (Pobre pero sexy) era la consigna que manejaba para su ciudad  hasta hace pocos años el mismo alcalde Wowereit, una seductora propuesta política de doble filo que si se mantiene en un buen equilibrio no está nada mal. Hay que puntualizar: Pobre aquí quiere decir "no brutalmente neoliberal" porque en Alemania la pobreza real, indigencia y marginación social es muy baja; todo alemán tiene derecho a un techo y a una paga mensual suficiente para comer. Esto es real y sucede incluso con la derecha en el poder, azorados por los liberales para acabar con estos mínimos. Respecto a lo de sexy, bueno... Berlín no es Copacabana, pero comparada con cualquier otra urbe de este país, secón y aburrido en esencia, es innegable que tiene su puntito, la piba. 

A los artistas vándalos les honra el hecho, independiente de sus motivaciones y más allá de toda artisticidad, de enervar y mantener a raya a una gentuza que, desde los altos mandos, cambian el paisaje urbano de una manera mil veces más radical, con muchísima más impunidad, medios, repercusión histórica, presupuesto público y caradura que unos pobres pibes pobres que no saben ni qué hacer ya con sus vidas, porque la cosa está, es cierto, cada vez más chunga. Tiran el Palast der Republik y construyen el Castillo de Berlín. Año 2010.  

6 comentarios:

Rayco Márquez dijo...

PARTE 1 (no deja hacer comentarios largos??)

Hola Jose. Te sigo siempre, pero es la primera vez que me animo a escribirte. Me interesó bastante este post, sobre todo porque, joder, cómo se echa de menos P-Berg! con sus clubbers apolíticos y su pseudo pijismo que me encanta...

Te cuento. Tengo unos cuantos colegas de mi quinta, 30 - 32, que acaban de descubrir la maravilla del spray. Tienen en común que son unos rebotados de la vida, y que por cuestiones de edad le acaban de dar la patada de la organización comunista en la que militaban desde los 15, y ahora les queda un sillón en IU, a ver si pueden hacer algo... sangre joven revolucionaria Vs dinosaurios con barbas y gorras leninistas que se pelean con los stalinistas y los trotskistas que quedan.

El caso es que están empezando a pintar "por ahí", y claro, yo soy el artista, y, por ende (como dicen ellos), el que sabe cómo pintar... Al principio era todo más fácil, porque entre palique, papeo, las litronas en casa del Churru... yo les decía cómo hacer un stencil, o qué colores son complementarios... pensaba que en cuanto se les gastara la pintura se iban a poner con otra cosa, pero muy lejos de todo eso, lo están haciendo con regularidad y ya llegan a tener cierta presencia, por lo menos para los que de vez en cuando miramos las paredes por deformación profesional.

Yo al igual que tú pinto para pijos delicados cuadros con formato 3D, bordes pintados y capa de barniz que unifica y da brillo. Pijos que pueden pagar por mis cuadros, lo que me resta crédito con esta gente, porque creen que no soy asalariado y que tengo todo el día libre para hacer lo que quiero. Desde luego, desde fuera es lo que se ve, voy a casi todas partes, y me puedo arreglar a cualquier hora, pero curro como el que más también rellenando superficies semiabsorventes. Mi dinero sale del mundo que ellos quieren quieren eliminar, y lo que yo hago es "pa ricos... tú lo que deberías es salir y hacer tu arte en la calle... pa todo el mundo"

Tenemos formaciones distintas, pero muchas cosas en común, y un tilín de rojez que nos permite emborracharnos y hacer bromas gore que en un ámbito convencional no serían entendidas. Supongo que te pasará lo mismo con los colegas de toda la vida. A veces uno va por otro camino o evoluciona de otra forma, y es algo frustrante ver cómo en ocasiones es imposible caber en un sitio en el que antes te movías con grandísima fluidez.

Como se han metido en el mundo de la imagen, o de la comunicación visual, de forma natural mi posición en el grupo ha derivado a la de "enlace" entre la imagen y la historia del arte, entre la imagen y sus posibilidades, entre la imagen y la comunicación... no sé si me entiendes...

(ejemplo) Niño... tú dirás lo que quieras... pero el tío ese que cagó dentro de una lata... chikito caradura... vamos... eso no es arte ni nada... eso si quiero lo hago yo mañana... vamos... lo hago ahora porque me estoy cagando... cago en una lata de sardinas, la tapo y ya está... mierda de artista también...

Rayco Márquez dijo...

PARTE 2

Y claro... tras oír esto tienes que adoptar una especie de postura pedagógica para explicarles que Manzoni tampoco era tan rancio, y que las cosas que conforman la historia del arte son, cuanto menos, dignas de ser tomadas en cuenta. Pero también sé que después de 12 horas en el turno de noche de la refinería, respirando petróleo de lo que tiene uno ganas es de llegar a casa, sobar un rato, papear, un par de partidas al Call of Duty e ir a pintar en un céntrico muro de SC con spray (para seguir respirando petróleo) a un señor que grita y le sale fuego de la boca, fuego que se convierte en la palabra REVOLUCIONA, palabra atraviesa un televisor de plasma, que lo rompe, y se mezcla el fuego con la electricidad que sale de la pantalla, como una especie de choque imposible, y como subtítulo... apaga la tele, enciéndete tú. Trabajo muy tosco y con poquitos recursos gráficos pero indiscutiblemente bien hecho (desde aquí todo mi reconocimiento), para una persona que en su vida ha tenido la más mínima relación con las Bellas Artes y no sabe que es una cuadrícula o un boceto.

Este no era el sentido de tu artículo, pero me interesa la manera de "sobrevivir" a esa especie de responsabilidad pedagógica entre mis colegas embrutecidos y el arte, para que cuando salgan a pintar no terminen haciendo algo tan tópico pero que siga siendo graffiti del bueno, del que jode, de que tiene que haber a saco. Encuentran su máxima inspiración en los carteles de la Guerra Civil (imagina el día que les dije que ese era un arte dirigido y servilista), o en pintores latinoamericanos de los 70. También claro, en todo el arte propagandístico soviético. Y como bibliografía todos los libros estos de street art que salen ahora de Taschen o no se qué y que son unos mazacotes enormes de fotografías impresas. Como motivación salarios bajos, explotación laboral, estar de vuelta de haberse bebido la adolescencia... lo de siempre, lo mismo que me pasó a mí. Pero el resultado siempre es el mismo: denuncia de luchas por el mundo que tienen que recordarse en cada pered de cada barrio: Aminetu y el Sáhara, Viva Palestina Libre, a los 67 se va a jubilar tu puta madre... A veces les hablo de que hay que "subir el nivel" para que ese graffiti, que además muchos de ellos son feos de cojones, no queden en una imagen que se olvida en pocos minutos, pero al igual que yo no entiendo sus clases avanzadas de física, ellos no tienen por qué entender los paliques avanzados sobre las estrategias del arte contemporáneo, ni las sutilezas en el campo de la imagen... pero sí cosas básicas a la hora de enfrentarse a ella como que las primeras ideas no son siempre las mejores, que un mensaje extremadamente violento no es la mejor manera de ganar un simpatizante... (yo no creo que nadie que se haya comprado un plasma de 1000 euros quiera verlo roto por la palabra revoluciona entre fuego y electricidad), por lo que es bueno que las imágenes se enriquezcan.

No hablo en ningún caso de intelectualizar el graffiti, pero sí de sofisticarlo. Como convertirme yo en el "Adrián Alemán" chachi que entre cigarro y cortado te da un par de consejitos para que le vayas quitando la caspa a lo que haces, y te quede todo como más madurito, más guay. Creo de todas formas que esta discusión es eterna y al final cada uno pinta lo que le sale de la polla, que a veces más, a veces menos, cumple su función: toca los cojones.

¿Alguien ha tenido que desempeñar esa función pedagógica alguna vez?

PD: este grupo de "colegas" no existe tal y como lo describo aquí... No responde a una realidad exacta. Es una suma de experiencias de muchísimos años y de conversaciones en distintos ámbitos que he cortapegado como caso hipotético. Lo digo para que cuando lo lean mis colegas, los que sí existen de verdad, no me partan la cara por "inventoso".

José Otero dijo...

Gracias Rayco por tu extenso comentario y sobretodo por darle a mi articulito de gran ignorante callejero ejemplos reales de pintura en la ciudad.

Pensaba qué responderte, largo y tendido, pero creo que ya están las cartas sobre la mesa. El tema sería, de nuevo, cómo cambiar la realidad social desde el mundo de la imagen, en este caso concreto mediante las prácticas del street art.

Reflexionar sobre el carácter político de las artes, si es que tienen alguno.

Yo soy un artista de laboratorio, además de los que hace experimentos muy oscuros, y creo que tengo más o menos claro hasta donde se puede llegar politicamente encerrado en un taller; al mismo taller, o la galeria o al museo o a la casa del señor/a con guita.

Pienso que quizás sería más útil sentar el culo bien en el sillón en IU y tratar de moverse ahí. O en una agencia de publicidad. O escribiendo artículos de crítica en algún periódico. Pero intuyo que también desde esas posiciones hay que continuar arrastrando servidumbres.

La naturaleza de la imagen proyecta aquella ilusión de que aún se puede dar un campanazo irreversible y efectivo desde ella, si es buena. Pero parece que lo que cuenta más son las estructuras preexistentes que le dan el valor y como se hace importante frente al espectador. Pueden salir muchas revoluciones de la boca de la pantalla de plasma, pintadas por el genio del spray, que si el espectador no le concede relevancia quedan en el olvido. No obstante, perseverando se crea el interés, poco a poco.

Nosotros debemos darle ese punto que les otorgue interés, es nuestro trabajo, pero mucho me temo que más allá de nuestros buenos haceres las condiciones de "exponibilidad" son las que realmente cubren de valor y activan las imágenes. El valor que tienen en el TEA me resulta demasiado de club y en la calle pasan demasiado desapercibidas, "un graffiti radical mas" ¿Qué tal en telecinco a las diez de la noche de un sábado? Yo no puedo, es que tengo una cena con un cliente y 50 euros en la cuenta...

Ramiro dijo...

Mi madre me dijo que fuera siempre formalito, bien peinado y respetara mobiliario urbano. En tiempos adolescentes, salía con amigos que fumaban porros (yo no) y que robaban gasolina de los coches con una mangerita para poder irnos al puerto de la cruz, donde a falta de dinero para gastar en discotecas, nos dedicábamos a piropear absurdamente a las pibas y, como alternativa más adrenalínica, romper farolas a pedradas (yo no).
Yo estaba encantado de ser miembro de un grupo semejante de antisociales, pero con el tiempo me he dado cuenta de que la cosa me ponía sólo porque era antisocial de mentiritas, y la verdad es que el grafitti me toca los huevos bastante, tanto el de la firmita en la farola, como el del ojo hiperrealista, incluso los que me gustan me joden, porque estan jodiendo un espacio que, por ser urbano, es un poco mio.
En esa tesitura, coindido contigo en que los vándalos son los más salvables, acaso porque fantaseo como tú con que si me tocan los huevos a mi, más se los tocará al Pijo del Audi TT.
Pero me temo que no, que el del audi TT va con las lunas tintadas de su garaje al garaje de la discoteca pasando por el del gimnasio y ni se entera de que están agrediendo a su modo de vida, entre otras cosas porque los grafiteros no suelen ir a los barrios ricos a pintar, lo cual me toca especialmente los huevos. ¿por qué nuestro vándalo bueno no le pinta su mierda de firma en el audi TT al pijo, y deja en paz la puerta azul del noble Otero?; No, no creo que el vandalismo sea un escupitajo en la boca del sistema, sino en la de los ciudadanos.
Comprendo que el vándalo merece comprensión porque el pobrecito en su marginación sufre mucho, pero honestamente me gustaría que se fuera a pintar a la casa de la puta de su madre.

Andrade dijo...

Deberías haber fumado porros.

Anónimo dijo...

También debería haber roto alguna farola.