domingo, 14 de diciembre de 2014

¿Qué tal?


Hola, ¿cómo les va? Yo estoy bien, aquí. Tranquilo.

Hace mucho tiempo que no escribo en el blog, y me da un poco de pena su estado de semiabandono. En alguna ocasión se me han ocurrido temas sobre los que sentar opinología, pero finalmente ha vencido la pereza. Quizás haya sido culpa de la música, que me ha tenido absorto casi un año, en especial en los últimos tiempos, inmovilizándome la verborrea. 

Sold out

Como los artistas de postín (esos personajes oscuros que nos encontramos de cuando en cuando, y de los que no solemos volver a tener noticia, gentes misteriosas y especiales que nos aseguran que pintan, escriben, componen, actúan, etc.) a mí me ha dado ahora por la música, después de haberle metido a la pintura y la escritura.

De esa nueva pasión diletante han surgido dos discos que ya están colgados en mi bandcamp (pueden descargarlos poniendo 0€ cuando salga la opción de pagar. También pueden pagar, pero si lo hacen paguen mucho, porque si no, menuda mierda ¿no? – “tienes 1,5 euros en tu cuenta”) Son dos discos aberrantes, totalmente geniales, demasiado buenos para esta época y por esa razón muy malos, impertinentes.

Me he dado muchísimo gusto haciéndolos, como cada vez que me meto en algo en lo que no tengo ni idea a sacar un producto trabajoso y gratuito, destinado (en principio) al fracaso. Que luego las cosas tomen rumbo propio y Emilio Estefan me cubra de dólares, me den el Nóbel de literatura o se edifique mi museo- fundación en Las Palmas cuando triunfe Podemos no quitará jamás que lo que más me gusta es hacer las cosas por la cara; hacerlas y hacerlas visibles al resto, para que las disfruten, las denosten o las ignoren.

Asesinando a gusto

Ahora me ha dado por pescar, y aunque eso no se considere una de las Bellas Artes, tiene su cosa. Además, se puede vivir de ello, en el sentido más literal (te comes los pescaos) Pesco porque como algunos saben estoy viviendo hasta abril en Marazul, una urbanización privada cerca de Playa San Juan, en Tenerife, trabajando como asistente del famoso pintor austríaco Arnulf Rainer. Ya contaré más cosas de esto, porque habrá que contar, cuando llegue el momento.

Volveremos a Berlín en mayo, y más tarde regresaremos a Canarias para estar un año viviendo en Las Palmas. Un año o quién sabe si más. Habrá que tomarle con savoir faire la temperatura a la isla- en la que no he vivido durante largos periodos desde el año 98- porque si bien es cierto que estoy bastante hasta los cojones de Berlín y sus modernitos, aún no voy a cortar lazos con la ciudad, y seguiré manteniendo mi piso de Prenzlauer Berg por si las moscas.

Más cosas. ¿Podemos?

De compadreo en Unter den Linden

O sea… de modo que me he pasado cerca de siete años hablando de las más diversas rojeces y progresías en este blog ¿y resulta que, en el momento de la verdad, en el tiempo clave en el que surge un partido político progresista con vocación de mayorías en España (milagro de Dios) no digo nada? Así ha sido, y por desgracia, ahora mismo tendría demasiado que decir. Quizás la próxima vez.

Y ustedes ¿qué tal?  

martes, 24 de junio de 2014

Mataos


"Barbarie" 20 X 40 cm. Óleo sobre lienzo. 2009

1) Chacho, ¡jajaja!, el domingo, lo del partido... o sea, qué risa, una pasada. Fuimos al partido, yo, Agoney y el Cabeza, Fran, ese con una cabeza gigante- por eso le dicen así- jartísimos de ron de haber estado chupando desde por la mañana. Y menos mal que teníamos un par de rayas de speed porque aquello fue una flipada. Nosotros pensábamos que iba a ser un fiestón pero al final fue una armada que no veas. Yo no soy muy de fútbol, pero bueno, Las Palmas iba a ganar la liga y yo por mi tierra doy hasta la vida,  había que estar allí. La grada era una escandalera brutal, el partido estuvo guapísimo, ni me acuerdo ya bien de cómo fue de la que tenía encima, pero al final la gente se volvió loca, jaja, se le fue la bola a la gente, y sin mirar saltamos al césped, ¡flipa!, ahí, con los jugadores jugando todavía. Ya estaba el partido ganado pero el hijo de puta del árbitro no pitaba el final. Se armó; policías, seguritas, la peña gritando, empujándose, dándose cates, una locura. A mí me agarró un jugador, uno que es un pureta, y me echó fuera del campo. No le hice nada porque ese pureta es todo de respeto, no me acuerdo de cómo se llama- es ése que es un máquina- y le hice caso. Me llega a trincar otro y lo reviento. La peña se relajó y se pusieron a jugar otra vez, pero le metieron a Las Palmas un gol a lo zorro, pitaron el final y entonces sí... chuos, se armó, ni me acuerdo, una locura; la peña tirando sillas por la grada, de todo, botellas, piedras, vasos, hasta zapatos, increíble. Los jugadores de Las Palmas estaban llorando. Yo estaba animando a uno, diciéndole que daba igual lo que pitara el árbitro, jodío godo hijo de puta, maricona que se escondió corriendo. Las Palmas había ganado, eso le juraba yo al jugador pero no me hacía caso, embajonadísimo, "fue un gol a lo zorro", le repetía. Pero de repente vi que al Cabeza lo estaban empujando dos tíos y fui a defenderlo. A uno lo tiré al suelo y al otro le di un cate, pero no me salió bien, no se lo di bien. Cuando fui a meterle el segundo, a rematarlo, Agoney me trincó del hombro y salimos de allí a escape, decía que nos iban a matar, que la gente de arriba iba a saltar y nos iban a inflar porque Las Palmas había perdido por nuestra culpa. Perdieron por el hijo de puta del arbitro, a mí que no me jodan, eso estaba ya ganado. Volvimos a casa de Agoney a seguir chupando. Una risa, jaja, chacho, una locura, exagerado. Ahora hay un montón de gente cabreada con eso. A Cristo le conté ayer lo de que nos metimos en el estadio y me colgó el teléfono por eso, puto fanatico del fútbol, está loco, dice que somos culpables, que nos están buscando por Internet para matarnos, pero a mí no me mata nadie, que vengan los que quieran que los reviento, y a Cristo como se ponga bobo también lo reviento, chiquita locura, qué risa.           

2) Los putos mataos de mierda lo jodieron todo, como siempre, la puta chusma de mierda de toda la vida, chandaleros, charlies, lajas, poligoneros, chichones, coyos, gamberros, que cada vez son más en estas Islas, ellos son los culpables de que una inmensa mayoría de fieles aficionados al fútbol nos encontremos en un pozo de vergüenza, esos, los del reggaeton, los que viven como curas de vender droga, que se fugaron del colegio desde el primer curso y no han pensado nunca en trabajar para dejar de parasitar, alimentados por sus sufridas madres y abuelas (en los barrios también hay gente buena) los ruina que destruyen la noche canaria buscando pelea por la cara, para subir más la colocada, que solo saben vivir dentro de la cárcel porque cuando están sueltos no esperan ni tres minutos para volver a delinquir, acabaron con el sueño del ascenso de la misma manera que han acabado con el carnaval y las fiestas populares más importantes convirtiéndolas en campos de batalla, míralos, qué ridículos, son como monos, quieren voluntariamente parecer monos, con esos tatuajes, argollas, con esos pelados, ¿cómo van a conseguir trabajo así?, una lacra, una plaga, no hay manera de acabar con ellos a no ser que sea a lo bestia, porque ese es el único lenguaje que entienden, el lenguaje de las bestias, solo hay que escucharlos hablar por la calle, no saben ni pronunciar, no se les entiende, manejan menos vocabulario que un niño de dos años... y cuidado; no los mires fijamente porque se cruzan y te meten una hostia. De todas maneras, lo que más rabia me da es que haya que andarse con ojo con lo que se dice porque cualquier progre, profesorucho, periodistilla, politiquillo, pijorrojo te puede llamar la atención por expresarte libremente, un montón de pollabobas abuenaos que por alguna razón no quieren o no son capaces de ver la realidad real, de verdad, la de la calle, lo que hay, y siempre se sacan del bolsillo sus ideítas y sus razones medio hippiosas para no actuar con contundencia, por lo menos, ¡como mínimo!, llamando a las cosas por su nombre. Estos energúmenos no son víctimas de la sociedad ni de la crisis, ni son pobres ni gente necesitada: ¡¡mataos, mataos, mataos!!


Yo salté al campo. Y qué, ¿me vas a pegar?
       
   Como sabe el parroquiano de este blog, desde hace años escribo literatura con pseudónimo (heterónimo, más bien; el propio autor es ficción), textos en primera persona como los dos que figuran arriba. Sin ánimos de perorar sobre la diferencia entre la ficción y la realidad, es cierto que el empleo de un lenguaje o estilo literario "descarnadamente" realista puede darle salida a posibilidades de expresión que en otros ámbitos de la esfera pública estarían vetados. En relación a los sucesos del otro día, gracias a la literatura, uno puede trocar la descafeinada expresión "una avalancha de jóvenes termina con el sueño del ascenso de la U.D." en "una vez más, los mataos han terminado de joderlo todo", mucho más parcial y demagógica, pero más  subjetiva y sentida.  

A este respecto, hay quien piensa que la ficción puede ser una excusa para darle rienda suelta a los impulsos clasistas y reaccionarios que todo hijo de vecino clasista y reaccionario alberga dentro de sí. El arte sería, en este caso, un volcado de miedos y curiosidades hacia algo que no se acaba de comprender. Me hago cargo de esa crítica y por eso hablo aquí como ciudadano, no como escritor de ficción. Lo hago porque lo que ocurrió el otro día ya ni siquiera pasa por cuestiones representacionales. Como en un buen momento revolucionario, las cosas se dieron en crudo, a lo bestia, en el desorden, y el fervor del furbo (o fulbo) destapó las pasiones de unos pibes con graves carencias educacionales y también- y esto es lo peor según mi juicio- la de otros muchos ciudadanos que se consideran a sí mismos respetables y educados. La cantidad de comentarios clasistas y racistas por la radio, por la tele, en los periódicos y las redes sociales, en el momento y dos días más tarde, ha sido abrumadora. Se busca a los delincuentes para denunciarlos, para lincharlos, como han señalado algunos rojeras buenistas de mi calaña.

Yo también quisiera sinceramente acabar con los mataos. Pero, por desgracia, el único medio efectivo e irreversible que existe para hacerlo es ponerse de su parte. Se trata de una cuestión política de primera magnitud, me atrevería a decir que la cuestión clave de la izquierda. Ser de izquierdas es estar con los mataos, con los podríos y desgraciados, que precisamente por su condición de miseria material, intelectual y moral no son entidades angélicas que sufren resignadamente y en silencio sus carencias. En la terminología marxista se habla de sujeto histórico, aquel a partir del cual hay que construir la sociedad.  Y hay otra clase de mataos, los de verdad, los importantes, que impiden, conscientemente o no, que la situación mejore porque son incapaces de pensar en proyectos sociales a largo plazo- costosos, ambiciosos, a fondo perdido, malos negocios... - o sencillamente no lo desean porque pueden permitirse vivir sus cuatro días alejados de la chusma, custodiados por las fuerzas del orden. ¿Quiénes son los otros mataos? Ya lo saben, pero dejen que se los repita; los que recortan en educación, los que destruyen aún más el poquísimo tejido social que queda en los barrios, los que antes ofrecían curro en la costru como si fuese la panacea a todos los problemas sociales y ahora nada de nada, esos mismos que se escandalizan cuando los pibes saltan al campo a soltar la rabia, a hacer expresión irracional de su déficit existencial, esos mismos que dirigen el club y se sientan en tribuna, todos ellos con un historial delictivo más extenso que los chiquillajes que arruinaron tu noche especial. ¿Te jodieron tu ascenso? ¡Pues jódete! Yo me vestí de amarillo, vi el partido aquí en la diáspora lleno de nervios e ilusión y me tuve que tomar unas buenas cervezas para poder pegar ojo, al principio rabioso por el fracaso deportivo, y después (y hasta ahora) indignado una vez más con la falta de visión general del común de los ciudadanos respetables. A pesar de ser tan educados, siguen el olor de la sangre equivocada. Esa clase media que se cree paradigma ético parece incapaz de identificar la gravedad del problema social fuera del vandalismo hooligan. ¿Su solución? Orden, policía, leña. ¿La nuestra, los rojeras trasnochados? Educación, sanidad, distribución de la riqueza.   

Los seis años de crisis económica transcurridos desde 2007 han provocado en Canarias que el índice de pobreza humana haya crecido un 12,4 %, siete veces más de lo que lo ha hecho en el conjunto de España (+1,7 %), (Agencia EFE)

El sector turístico de Canarias ha comenzado 2014 de nuevo en cifras de récord, con el mejor mes de enero en términos de visitantes extranjeros de su historia, que le permite encadenar su cuarto mes consecutivo por encima del millón de turistas, lo que nunca antes había ocurrido.

De acuerdo con la estadística de movimientos en frontera, Frontur, que elabora el Ministerio de Industria y Turismo, el mes pasado visitaron el archipiélago 1.002.978 turistas de otros países, un 13,7% más que en el mismo mes de 2013. (Agencia EFE)
"¿Qué hacer?" 80 X 150 cm. Óleo sobre lienzo. 2013 

jueves, 8 de mayo de 2014

Por qué no deben leer "El Proceso"



Últimamente me paso la vida rellenando papeles, los documentos burocráticos que debía haber cumplimentado cuando llegué a Alemania hace más de una década, y que no son pocos. No sé la tolerancia que tendrán ustedes, pero el papeleo me quita años de vida, y en este país hay una buena tonga para rellenar si uno quiere ser un respetable bürger trabajador y no un, ¡ay!, artista pirata como lo era hasta hace pocos meses. Incluso tengo la sensación, y no soy el único, de vivir más en aquel "mundo administrado" de Adorno ("Verwaltete Welt": así lo pongo no por citar en el idioma original sino porque efectivamente frecuento las Verwaltung o administraciones) que en aquella otra "sociedad del espectáculo" de Debord, igualmente nefasta pero de regusto más cool

Es probable que debido al ambiente secretarial que reina por casa en los últimos días haya aparecido en mi ordenador la película de Orson Welles "El Proceso", de título homónimo a la conocida novela de Franz Kafka. Soberbia película ya por el mero hecho de conseguir transmitir con cierta autenticidad el "feeling" del libro- lo cual es digno de no poco mérito- ha de recurrir por fuerza a todos aquellos estereotipos que asociamos a lo kafkiano, esto es, ambientes opresivos, enrevesados e infructuosos diálogos, estética expresionista, fuertes luces y sombras,  desarrollo dramático de baja intensidad (o dicho de otra forma, personajes cuya "procesión va por dentro"), formalidad perversa, obstáculos constantes para la empatía y el entendimiento, valor en los detalles insignificantes, etc.          

"El Proceso" de Franz Kafka es la novela que más veces he leído. Cuatro, si no me equivoco, sin contar con la relectura a salto de mata que le estoy dando ahora por culpa de Orson y los putos papeles. Para colmo, ayer al llegar a casa por la noche abrí el buzón y me encontré una cartita de la administración pidiéndome unos documentos que ya entregué, o que ya entregué más o menos. La puta carta me quitó el sueño y como suelo hacer en caso de insomnio me puse a leer. ¿Y qué había en la mesilla de noche para leer? ... "El Proceso". Leí un capítulo y ya no pude pegar ojo: se me metió en la cabeza la majadera idea de escribir un articulito sobre la novela, de estos que pergeño dilapidándome los temas más importantes de la existencia en cuatro párrafos malhablados. 

Antes de acometer el difícil intento, déjenme adelantarles la conclusión a modo de recomendación: ¡si no han leído "El Proceso" no lo hagan! Dejen también de leer este antojadizo artículo y olvídense en general de Franz Kafka. Traten de ser felices así, de la manera que puedan. Pero como prohibir es tentar, hagan lo que les dé la gana, cómanse irresponsablemente todas las manzanas del árbol del conocimiento que quieran.      

¿De qué va "El Proceso"? Fácil. Un buen día, unos señores tocan en la casa de Josef K. informándole de que tiene un proceso judicial abierto en su contra. El libro termina con un puñal en el corazón del acusado. En ningún momento de la obra se dice quién lo ha acusado ni de qué.

¿Qué significa? Lean la Wikipedia, o la contraportada del ejemplar que prefieran. Una buena sinopsis, bien escrita, les transmitirá con justeza el "mensaje" de la obra. Mi contraportada pone esto, y está bien: "Símbolo de la condición humana, en la que  no hay ninguna ley universal que rija el sentido de los hombres, ni ningún principio que dé al individuo un lugar que ocupar ni una misión que cumplir, el protagonista de "El Proceso" es víctima, una vez más, de la lógica implacable del absurdo"

Ah... ¿pero es que quieren más? Muy bien. Entonces tendrán ustedes, muy señoras y señores míos, que abrir un proceso en su contra. 

Sin animo de retruécanos, la novela "El Proceso" es en sí misma un proceso: da igual que sepan a ciencia cierta de qué trata la obra (ya Kafka, desde el primer párrafo nos adelanta el argumento) sino que han de vivir en sus carnes el proceso completo, con todas sus letras, pasando por todas las instancias. Como buena obra literaria (y como toda buena obra de arte) poco importa que nos sepamos el cuento si no nos lanzamos a vivir en el. En el proceso descrito en "El Proceso" no se nos relatan cosas demasiado originales, de profunda sabiduría, ni hay "giros de guión" trepidantes, ni literatura de gourmet por muy obra cumbre de la literatura que se trate. Solo se va llevando adelante un proceso concreto, el de Josef K., que no es más ni menos dramático que cualquier otro y que por desgracia, por una serie de circunstancias desafortunadas- algunos errores a la hora de conducir todo el caso- termina con su muerte. Leer "El Proceso" es un poco como rellenar papeles para hacienda, solo que cuando lo terminen- cuando lo hagan suyo, quizás en una segunda o tercera lectura- desearían no haberlo leído nunca.     

"El Proceso" es- y cada vez que lo visito lo percibo con mayor nitidez- el libro más duro que he leído. Por decirlo de manera macarra, es el libro más cañero que una persona puede meterse entre pecho y espalda. ¡Pero qué increíblemente lejos está de todo malditismo! Apenas hay sangre, ni sentimiento, ni autoinmolación, ni cinismo, ni fina ironía, ni amargura existencial, ni tragedia narcisista, ni exposición púb(l)ica las miserias internas, los demonios de cada cual y pascual, que ya se los pueden meter en el culo porque no me interesan ni los demonios de ustedes ni los míos propios, como en toda la vomitiva plétora de escritores malditos, de Sade a Leopoldo María Panero, de Bernhard a Céline, de Baudelaire a Bolaño, de Cioran a Dostoyevski; o de Bergman a Haneke; o de Pergolesi a Radiohead; o de Grünewald a Bacon.... uf, ¡qué pandilla de impresentables con su cantinela torturada! ¡Muéranse! ¡O bailen salsa! ¡Echen un buen polvo! ¡Y dejen de joder al resto con su llantina ornamental! 

Mientras todas las maricuelas se dedican a desgranar lo más íntimo de sus sensibilidades expresando el lado negro del corazón para que podamos nutrir nuestro espíritu de sentimientos intensos y verdaderos, hay otras personas como Josef K. -y este coleguilla que les escribe- que tiene que rellenar papeles. ¡Papeles, papeles! ¡No arte, sino papeles, muchos documentos por cumplimentar, vitales para la buena gestión del proceso, que está en marcha y no va a parar así como así! "Pero bueno... " podrán argüir ustedes para zanjar rápido el asunto echando mano de una racionalidad pragmática (no carente de inocencia para el iniciado...) "¿por qué se abrió ese proceso, cuál es la acusación, quién la ha hecho?". Esas son preguntas que no se dejan contestar tan fácilmente; basta solo con intentarlo (leer el libro) para que uno se percate de que, en realidad, eso no es lo importante, y que, en todo caso, son cuestiones que llegan a deshora: el proceso está abierto contra K., contra mí y contra ustedes, y lo único viable, lo único factible, es tratar de conducir dicho proceso lo mejor que se pueda. Detrás de la pantalla de este ordenador hay una carta que debo responder adjuntando unos documentos que ya entregué o que entregué más o menos. Eso le puede gustar o disgustar a mis sentimientos & sensibilidad, a mis demonios interiores o a su puta madre, pero es lo que hay: o los presento o estaré llevando mal mi proceso. Y no pretendo ser agorero, pero no llevar un proceso con diligencia puede acarrear, en algunos casos, desavenencias de muy diversa gravedad. Por cierto...., ¿qué tal les va con el suyo? 

En el proceso no hay arte. Y en "El Proceso", la novela, es probable que tampoco lo haya. Kafka sabía esto y por eso quiso, con buen tino, quemar sus libros. El arte, aquí entendido como expresión del pathos, es una mentira, un lloriqueo, una pataleta de niño mimado, una cosa burguesa asquerosa, babosa, y no un trabajo, un quehacer, unas obras (en el sentido obrero del término) o un proceso. "El Proceso" es un libro maligno. También por eso Kafka, que era buena persona o al menos lo parece en sus cartas, quiso que lo quemaran. Su malignidad no es demoníaca, transcendental, sentimental, sino procedimental, argumentable, tan razonable en un momento dado como lo fueron los campos de exterminio para los que razonaron la necesidad de su uso y en donde, de haber vivido un poco más, hubiera terminado el mismo Kafka como terminó su querida Milena. "El Proceso" es la violencia aplicada sin ninguna pasión, esto es, la más extrema de las violencias, la que impide incluso el grito balsámico de los malditistas de escuela. En el mundo de "El Proceso", en lo que se prefigura, no se oye el grito, no se ve la mueca, no se sabe quién eres, no tienes rostro, y sin embargo, como reza la última frase de la novela "era como si la vergüenza hubiera de sobrevivirle". Su malignidad es también, desde el punto de vista de la escritura, de naturaleza religiosa: una prosa en donde se relatan hechos concretos rapidamente, sin justificaciones, pero, de alguna manera asombrosa, abiertos a toda posible interpretación, a toda revisitación del texto, en el tono parabólico de los Evangelios. Por si no los han leído, pandilla de ateos, se leen fácil, van a toda hostia: Jesus llega con sus colegas, ve una cosa, dice o hace otra, y se acabó lo que se daba. Me asombra esa literatura ultraconcreta, materialista, parabólica (... bello volar del proyectil) completamente inaprensible, a la que las sinopsis y descripciones someras ni daña ni enriquece. Todo se nos dice de entrada (el "mensaje" de las obras de arte; tema, tesis, argumento, concepto, etc.) y ya podemos pasarnos la vida dándole vueltas al texto, que éste siempre nos hará un quiebro de cintura. En este sentido, si la Biblia puede llegar a ser para muchos el libro de cabecera en donde encontrar la sabiduría, la bondad o qué sé yo qué cosas encuentran en ella los cristianos, "El Proceso" es mi libro de cabecera del Mal. ¡No lo lean! ¡En serio! Si les va la marcha, el melodrama psicoculto péguense a Bernhard, por ejemplo, que lo disfruta uno mucho desde las esquinitas más misantrópicas del cuore, incluso en español, pero recuerden que si Kafka quiso quemar sus libros no fue por ninguna veleidad artística o irrefrenable timidez sino porque parió, quién sabe si queriendo o sin querer, un libro con cuya lectura ustedes mismos abrirán un proceso en su contra. Es quizás la novela más verdadera que puedan leer y un libro contra el ser humano.   


jueves, 20 de marzo de 2014

Ya no me gusta

Justo el día en el que decido escribir sobre ello, FB me manda este mensaje al email, que me viene que ni pintado para la cabecera de este artículo. Gracias, Satán.


Por diversas razones, últimamente el Facebook me la come bastante. Pensaba en estos días anunciar, en el mismo muro, mi cuasi retirada de la red social. Cuasi, porque no voy a cancelar mi cuenta sino solo a hacer un uso muy esporádico de la misma, con una baja participación y una baja presencia, solución ésta que podrá parecerles una mariconada; o te piras o te quedas, love it or leave it. Pero ya el hecho de anunciar esto en el muro resultaba contradictorio. "Queridos amigos, les comunico que a partir de ahora voy a entrar poco en Facebook // Liebe Freunde, leider werde ich bla bla bla". Así que he decidido notificar mi decisión a través de este espacio, pirueta igualmente absurda pero que, al menos, me sirve para darle cariño al blog, algo abandonado últimamente, y de paso rajar a gusto acerca de nuestra querida red social. 

Allá por el 2008 abrí mi cuenta, antes de que FB gozase de la popularidad y de la importancia en la vida íntima de las gentes que ahora tiene. En pocos meses la cerré porque me pareció una gilipollez, otra imbecilidad más de estos tiempos modernos, servidumbre electiva. Como se sabe, muchas manifestaciones culturales que ahora son parte integral de nuestro conocimiento comenzaron siendo soberanas estupideces, como por ejemplo el género de la novela o el cine. La psicología de un Bergman o la pasión de un Pasolini son descendientes de un invento- el cinematógrafo- cuyos primeros productos eran puro entretenimiento, gags para provocar la risa fácil o el susto. Que el FB o las redes sociales tengan o vayan a tener la preeminencia que ha tenido el cine en la cultura es un debate que se me escapa, y que tampoco me interesa demasiado. El caso es que, después de un tiempo, volví a abrir mi cuenta (aunque la canceles basta poner tu email y clave para que se active de nuevo) y he llegado a hacer, según veo ahora, un uso más o menos intenso de ella.

Facebook es una reducción de la realidad, una representación, una manera concreta de "gestionar" nuestras relaciones sociales. Es, en apariencia, una herramienta de comunicación. Los medios, las herramientas son objetos que sirven para determinados propósitos, buenos o malos. El subfusil AK-47 también es una herramienta: por medio de la violencia libera o somete a los seres humanos, dependiendo de quién la tenga en las manos y a quién se dirijan sus mortíferos efectos. Gracias a FB miles de personas han salido a la calle a reivindicar cosas diversas. Gracias a FB unos señores se están forrando mientras nosotros gratuitamente les llenamos el chiringuito de contenidos. Pero, tras esa aparente neutralidad, sabemos bien quién está detrás de todo: la CIA y Satanás. Y no se trata de ninguna vaporosa teoría de la conspiración. Existen datos fehacientes que demuestran cómo la CIA y el Maligno, en trabajo conjunto, son los creadores de esta red social, que no tiene otro propósito que convertirnos en unos sujetos viciosos, alienados y sin autonomía en este apocalipsis capitalista en el que nos encontramos. Pero bueno, en fin... como no tenemos pensado mañana poner una bomba para acabar de una vez por todas con esta sociedad degenerada, ni creemos que vayamos a ir al infierno por ser indignos de Dios, empocilgados a diario en la más absoluta miseria moral, cotilleando en las deyecciones narcisistas del prójimo, continuamos dándole muy fuerte al "inicio" sin mayores preocupaciones. Después de todo, no somos terroristas (ni ángeles). Y está bien que así sea. 

Facebook es, pues, una herramienta (neutral) de representación en Internet fabricada por la CIA en colaboración con Belcebú. Facebook nos representa en la comunidad virtual. 

La representación es un temita que se las trae. En los estudios artísticos es una idea en la que se insiste mucho; como creadores de imágenes se nos exige que conozcamos bien los entresijos de este concepto para no confundirlo con la realidad. Representación y realidad son dos conceptos distintos pero muy familiares, que se relacionan entre sí de modo constante. Una foto de un niño hambriento es una representación de la realidad de la miseria. La fotografía, la imagen en sí misma, no es ninguna realidad; es una configuración concreta, un "punto de vista" codificado de diversas maneras (hablando mal y pronto, una ficción) que sin embargo no niega el rotundo hecho de que la miseria exista, de que es absolutamente real e insoportable. Todo esto puede ser muy culebrero y sesudo si se decide bucear en la filosofía, desde Platón y Aristóteles hasta la deconstrucción, o un asunto de Pero Grullo si se ve "Matrix" o se come uno un tripi cargadito.  

El Facebook es muy enganchoso porque, en el contexto y momento histórico en el que nos encontramos, consigue generar una identificación de los usuarios (sujetos reales) con sus representaciones. La CIA y Satán nos dicen que, en libertad, somos dueños y señores a la hora de generar una imagen de nosotros mismos en una plataforma que es igual para todos. Si no supiésemos bien quiénes son sus creadores, parecería que el FB es la última y más perfecta forma de organización social. En Facebook descubrimos a nuestro amor, a nuevos amigos, pero también descubrimos que Fulanito- tan encantador fuera de internet- es un fascista como la copa de un pino, o que Menganita, por lo general tan callada y modosita, es campeona local de kickboxing. En Facebook se suben cantidades ingentes de contenidos, la mayoría estupideces y virales, pero también enlaces a documentos realmente interesantes, cosas que están de putísima madre y a las que quizás no habríamos tenido acceso de otra forma. En Facebook se entera uno con velocidad de muchas cosas, liviandades y noticias importantes, cotilleos y asuntos de vida o muerte. FB le facilita al parroquiano un contacto directo y sencillo con sus compadres de toda la vida y algunos nuevos, y la posibilidad de continuar alimentando (o arruinando) la amistad, compartiendo cosas que se despliegan en la pantalla del ordenador o dispositivo móvil. Este punto es importante: cosas que se despliegan en la pantalla del ordenador o dispositivo móvil. Ligamos con Zutana por el FB, pero el polvazo lo echaremos empleando la polla. Salimos a acabar con el fascismo por un llamado colectivo en la red, pero las hostias son en la cabeza; sale sangre y duele.     

No solo accedemos a diverso contenido sino que también podemos expresar nuestra opinión sobre los mismos a través de los comentarios y los "me gusta". Los comentarios de texto existen desde que existen los textos, pero lo del "me gusta" tiene su gracia, un toque particular. Es como una suerte de voto, apoyo o abracito virtual. El usuario modelo de FB vive del "me gusta": la ausencia o presencia de los mismos en determinados momentos modifica efectivamente su relación con la comunidad, dentro y fuera de la red. Hay personas a las que no les ponemos "me gusta" porque nos caen mal o no nos lo ponen a nosotros. Y hay otras veces que los ponemos porque nos conviene amigarnos con alguien. Hay cierto refinamiento retórico en el empleo de los "me gusta", y bastante sinceridad en ellos (como en casi todo Facebook) tanto cuando los ponemos como cuando no. Las reacciones y noticias en FB generan auténticos dramas en algunos casos. De hecho, cuando tratas de cancelar la cuenta se te pide que  voluntariamente expliques los motivos marcando algunas opciones preestablecidas y una de ellas dice algo así como "FB ha hecho un drama de mi vida social". Por otro lado, FB es un espacio pésimo para el debate o la exposición de criterios. Pero lo cierto es que el Facebook va en serio. Muy en serio. Quizás hubiese que prohibirlo, quizás hubiese que nacionalizarlo o ponerlo en manos de los intelectuales al servicio de la Revolución. Algunas personas que se han borrado de la red social me han contado con gran seriedad lo bien que se han sentido después de haberse dado de baja, gozando al fin de su tiempo y su libertad, porque precisamente se tomaron la cosa a pecho: ofrendaron a tontas y a locas parte de su ocio a la empresa californiana, y de repente se dieron cuenta de que ahí se les llegaba la muerte, tan callando. Como no, la CIA y Satán están encantadísimos con esta situación, gozan mucho. No les molesta demasiado que usemos su herramienta para organizar levantamientos en su contra, aunque sea a pedradas, porque lo que importa es que lo hagamos mediante sus propias redes. Y como leen aquí, también me tienen a mí cogido por los huevos, pues no solo no cierro mi cuenta, sino que además doy un testimonio bastante largo sobre mis experiencias y pensamientos en torno a esta red. De alguna manera la he considerado un objeto de reflexión importante. Porca miseria.  


Para terminar y a efectos prácticos: Me aburre el FB, me marea, no quiero que me represente o al menos que me represente tanto, si es que eso es posible. No lo cerraré, como quizás debería, pero lo miraré poco. No pondré mucho me gusta, no me enteraré de lo que se cuece y cómo se cuece (hay otros lugares en donde cocer cosas) ni entraré en animadas charlas, pero recibiré sus mensajes e invitaciones personales porque me llegarán al email. Visitaré cada cierto tiempo los perfiles de la gente a la que quiero y que no tengo cerca, y colgaré de cuando en cuando mis movidas, una expo que haga, un cuadro resultón, un libro, articulito o el día de la salida al mercado de mi próximo disco doble, para que vean esas cosas; las cosas. Las cosas en sí, y no a mí y mi cara bonita, que siempre quedará a su disposición en la "realidad real".