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"Barbarie" 20 X 40 cm. Óleo sobre lienzo. 2009 |
1) Chacho, ¡jajaja!, el domingo, lo del partido... o sea, qué risa, una pasada. Fuimos al partido, yo, Agoney y el Cabeza, Fran, ese con una cabeza gigante- por eso le dicen así- jartísimos de ron de haber estado chupando desde por la mañana. Y menos mal que teníamos un par de rayas de speed porque aquello fue una flipada. Nosotros pensábamos que iba a ser un fiestón pero al final fue una armada que no veas. Yo no soy muy de fútbol, pero bueno, Las Palmas iba a ganar la liga y yo por mi tierra doy hasta la vida, había que estar allí. La grada era una escandalera brutal, el partido estuvo guapísimo, ni me acuerdo ya bien de cómo fue de la que tenía encima, pero al final la gente se volvió loca, jaja, se le fue la bola a la gente, y sin mirar saltamos al césped, ¡flipa!, ahí, con los jugadores jugando todavía. Ya estaba el partido ganado pero el hijo de puta del árbitro no pitaba el final. Se armó; policías, seguritas, la peña gritando, empujándose, dándose cates, una locura. A mí me agarró un jugador, uno que es un pureta, y me echó fuera del campo. No le hice nada porque ese pureta es todo de respeto, no me acuerdo de cómo se llama- es ése que es un máquina- y le hice caso. Me llega a trincar otro y lo reviento. La peña se relajó y se pusieron a jugar otra vez, pero le metieron a Las Palmas un gol a lo zorro, pitaron el final y entonces sí... chuos, se armó, ni me acuerdo, una locura; la peña tirando sillas por la grada, de todo, botellas, piedras, vasos, hasta zapatos, increíble. Los jugadores de Las Palmas estaban llorando. Yo estaba animando a uno, diciéndole que daba igual lo que pitara el árbitro, jodío godo hijo de puta, maricona que se escondió corriendo. Las Palmas había ganado, eso le juraba yo al jugador pero no me hacía caso, embajonadísimo, "fue un gol a lo zorro", le repetía. Pero de repente vi que al Cabeza lo estaban empujando dos tíos y fui a defenderlo. A uno lo tiré al suelo y al otro le di un cate, pero no me salió bien, no se lo di bien. Cuando fui a meterle el segundo, a rematarlo, Agoney me trincó del hombro y salimos de allí a escape, decía que nos iban a matar, que la gente de arriba iba a saltar y nos iban a inflar porque Las Palmas había perdido por nuestra culpa. Perdieron por el hijo de puta del arbitro, a mí que no me jodan, eso estaba ya ganado. Volvimos a casa de Agoney a seguir chupando. Una risa, jaja, chacho, una locura, exagerado. Ahora hay un montón de gente cabreada con eso. A Cristo le conté ayer lo de que nos metimos en el estadio y me colgó el teléfono por eso, puto fanatico del fútbol, está loco, dice que somos culpables, que nos están buscando por Internet para matarnos, pero a mí no me mata nadie, que vengan los que quieran que los reviento, y a Cristo como se ponga bobo también lo reviento, chiquita locura, qué risa.
2) Los putos mataos de mierda lo jodieron todo, como siempre, la puta chusma de mierda de toda la vida, chandaleros, charlies, lajas, poligoneros, chichones, coyos, gamberros, que cada vez son más en estas Islas, ellos son los culpables de que una inmensa mayoría de fieles aficionados al fútbol nos encontremos en un pozo de vergüenza, esos, los del reggaeton, los que viven como curas de vender droga, que se fugaron del colegio desde el primer curso y no han pensado nunca en trabajar para dejar de parasitar, alimentados por sus sufridas madres y abuelas (en los barrios también hay gente buena) los ruina que destruyen la noche canaria buscando pelea por la cara, para subir más la colocada, que solo saben vivir dentro de la cárcel porque cuando están sueltos no esperan ni tres minutos para volver a delinquir, acabaron con el sueño del ascenso de la misma manera que han acabado con el carnaval y las fiestas populares más importantes convirtiéndolas en campos de batalla, míralos, qué ridículos, son como monos, quieren voluntariamente parecer monos, con esos tatuajes, argollas, con esos pelados, ¿cómo van a conseguir trabajo así?, una lacra, una plaga, no hay manera de acabar con ellos a no ser que sea a lo bestia, porque ese es el único lenguaje que entienden, el lenguaje de las bestias, solo hay que escucharlos hablar por la calle, no saben ni pronunciar, no se les entiende, manejan menos vocabulario que un niño de dos años... y cuidado; no los mires fijamente porque se cruzan y te meten una hostia. De todas maneras, lo que más rabia me da es que haya que andarse con ojo con lo que se dice porque cualquier progre, profesorucho, periodistilla, politiquillo, pijorrojo te puede llamar la atención por expresarte libremente, un montón de pollabobas abuenaos que por alguna razón no quieren o no son capaces de ver la realidad real, de verdad, la de la calle, lo que hay, y siempre se sacan del bolsillo sus ideítas y sus razones medio hippiosas para no actuar con contundencia, por lo menos, ¡como mínimo!, llamando a las cosas por su nombre. Estos energúmenos no son víctimas de la sociedad ni de la crisis, ni son pobres ni gente necesitada: ¡¡mataos, mataos, mataos!!
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Yo salté al campo. Y qué, ¿me vas a pegar? |
Como sabe el parroquiano de este blog, desde hace años escribo literatura con pseudónimo (heterónimo, más bien; el propio autor es ficción), textos en primera persona como los dos que figuran arriba. Sin ánimos de perorar sobre la diferencia entre la ficción y la realidad, es cierto que el empleo de un lenguaje o estilo literario "descarnadamente" realista puede darle salida a posibilidades de expresión que en otros ámbitos de la esfera pública estarían vetados. En relación a los sucesos del otro día, gracias a la literatura, uno puede trocar la descafeinada expresión "una avalancha de jóvenes termina con el sueño del ascenso de la U.D." en "una vez más, los mataos han terminado de joderlo todo", mucho más parcial y demagógica, pero más subjetiva y sentida.
A este respecto, hay quien piensa que la ficción puede ser una excusa para darle rienda suelta a los impulsos clasistas y reaccionarios que todo hijo de vecino clasista y reaccionario alberga dentro de sí. El arte sería, en este caso, un volcado de miedos y curiosidades hacia algo que no se acaba de comprender. Me hago cargo de esa crítica y por eso hablo aquí como ciudadano, no como escritor de ficción. Lo hago porque lo que ocurrió el otro día ya ni siquiera pasa por cuestiones representacionales. Como en un buen momento revolucionario, las cosas se dieron en crudo, a lo bestia, en el desorden, y el fervor del furbo (o fulbo) destapó las pasiones de unos pibes con graves carencias educacionales y también- y esto es lo peor según mi juicio- la de otros muchos ciudadanos que se consideran a sí mismos respetables y educados. La cantidad de comentarios clasistas y racistas por la radio, por la tele, en los periódicos y las redes sociales, en el momento y dos días más tarde, ha sido abrumadora. Se busca a los delincuentes para denunciarlos, para lincharlos, como han señalado algunos rojeras buenistas de mi calaña.
Yo también quisiera sinceramente acabar con los mataos. Pero, por desgracia, el único medio efectivo e irreversible que existe para hacerlo es ponerse de su parte. Se trata de una cuestión política de primera magnitud, me atrevería a decir que la cuestión clave de la izquierda. Ser de izquierdas es estar con los mataos, con los podríos y desgraciados, que precisamente por su condición de miseria material, intelectual y moral no son entidades angélicas que sufren resignadamente y en silencio sus carencias. En la terminología marxista se habla de sujeto histórico, aquel a partir del cual hay que construir la sociedad. Y hay otra clase de mataos, los de verdad, los importantes, que impiden, conscientemente o no, que la situación mejore porque son incapaces de pensar en proyectos sociales a largo plazo- costosos, ambiciosos, a fondo perdido, malos negocios... - o sencillamente no lo desean porque pueden permitirse vivir sus cuatro días alejados de la chusma, custodiados por las fuerzas del orden. ¿Quiénes son los otros mataos? Ya lo saben, pero dejen que se los repita; los que recortan en educación, los que destruyen aún más el poquísimo tejido social que queda en los barrios, los que antes ofrecían curro en la costru como si fuese la panacea a todos los problemas sociales y ahora nada de nada, esos mismos que se escandalizan cuando los pibes saltan al campo a soltar la rabia, a hacer expresión irracional de su déficit existencial, esos mismos que dirigen el club y se sientan en tribuna, todos ellos con un historial delictivo más extenso que los chiquillajes que arruinaron tu noche especial. ¿Te jodieron tu ascenso? ¡Pues jódete! Yo me vestí de amarillo, vi el partido aquí en la diáspora lleno de nervios e ilusión y me tuve que tomar unas buenas cervezas para poder pegar ojo, al principio rabioso por el fracaso deportivo, y después (y hasta ahora) indignado una vez más con la falta de visión general del común de los ciudadanos respetables. A pesar de ser tan educados, siguen el olor de la sangre equivocada. Esa clase media que se cree paradigma ético parece incapaz de identificar la gravedad del problema social fuera del vandalismo hooligan. ¿Su solución? Orden, policía, leña. ¿La nuestra, los rojeras trasnochados? Educación, sanidad, distribución de la riqueza.
Los seis años de crisis económica transcurridos desde 2007 han provocado en Canarias que el índice de pobreza humana haya crecido un 12,4 %, siete veces más de lo que lo ha hecho en el conjunto de España (+1,7 %), (Agencia EFE)
El sector turístico de Canarias ha comenzado 2014 de nuevo en cifras de récord, con el mejor mes de enero en términos de visitantes extranjeros de su historia, que le permite encadenar su cuarto mes consecutivo por encima del millón de turistas, lo que nunca antes había ocurrido.
De acuerdo con la estadística de movimientos en frontera, Frontur, que elabora el Ministerio de Industria y Turismo, el mes pasado visitaron el archipiélago 1.002.978 turistas de otros países, un 13,7% más que en el mismo mes de 2013. (Agencia EFE)
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"¿Qué hacer?" 80 X 150 cm. Óleo sobre lienzo. 2013 |